La historia de Daniela Zorrilla, aka Dayun, es la de alguien que ha aprendido a escuchar la voz profunda de su intuición y a expresarla a través del arte. Como diseñadora, siempre tuvo una visión precisa y funcional del mundo, pero fue en la pintura y la ilustración donde encontró un espacio para liberar lo invisible, lo sensorial, y explorar su verdadera esencia. Esta transición no fue un simple cambio de oficio, sino un viaje de autodescubrimiento, en el que la disciplina del estudio y la obsesión por los detalles dieron paso a una comunión con su alter ego, Índigo.

Para ella, el arte no solo es una herramienta de expresión, sino un ritual de conexión con lo femenino, lo espiritual y lo material. El añil, su pigmento protagonista, es mucho más que un color; es un vínculo vivo con la historia, el trabajo artesanal y la naturaleza. Colaborar con él significa respetar su historia, su origen y su proceso. En cada obra, el añil parece llevar la voz de la tierra misma, como un recordatorio de lo esencial y lo ancestral.

Esta búsqueda toma forma en su nueva exposición en Caleta, Intuición Azul, un espacio que encarna lo atemporal y lo íntimo. Aquí, rodeada de figuras y símbolos que evocan lo femenino, lo eterno y lo introspectivo —teteras, flores, sirenas y mujeres danzantes—, Dayun invita al espectador a un viaje sensorial que desdibuja las barreras entre lo íntimo y lo colectivo, entre el artista y el espectador. En cada rincón, la esencia de Santa María la Ribera y el carácter de Caleta se encuentran con su obra, transformándola en una experiencia donde el tiempo parece detenerse, invitándonos a dejar de comprender y, en su lugar, a simplemente sentir.

Dayun no solo presenta arte; crea un espacio en el que sus obras pueden interactuar con el entorno, generando una sinergia entre sus propias intuiciones y las de quienes las observan. Su objetivo es claro: despertar en los visitantes el deseo de reconocer y fortalecer su propia intuición, de ver en el arte un espejo que refleja lo que siempre ha estado ahí, esperando ser reconocido.

Platicamos con ella en Caleta mientras conocíamos su primera exposición.

Cuéntanos sobre tu transición de diseñadora a artista

El diseño siempre va a formar parte de cómo veo al mundo y cómo abarco los proyectos, está en todas partes y todos los días nos afecta de una u otra manera. Mi transición hacia el arte ha sido sutil, en gran parte gracias a la ilustración, un mundo que se encuentra atravesado tanto por el diseño como por el arte. Ese fue mi primer acercamiento a la producción de imágenes. Sigo ilustrando y me encanta, valoro mucho los retos particulares de esa profesión y lo que aprendo de ellos. Rentar un estudio para empezar a pintar fue la decisión que me llevó a tomarme en serio la producción de obra, la disciplina, la obsesión con un proyecto y un paso importante para empezar a pensar en mí misma como artista.

¿Qué es para ti la intuición?

En algún momento del proceso me puse la tarea de definirla o por lo menos plasmar el significado que tiene en mi vida y en la obra de esta exposición. Este fue mi mejor intento: 

“Información espiritual, incomprensible para la razón, interconectada a todo lo que existe y a la infinita fuente energética del amor”.

Comentaste que tus obras se encuentran protagonizadas por una especie de tu alter ego ¿Quién es este alter ego del que hablas? ¿Cómo se ve? ¿Qué siente? ¿Cómo vive?

En mi familia siempre hemos fomentado los alter ego, solo por el ejercicio creativo, por jugar. Sin embargo, con el tiempo este juego se ha convertido en una herramienta de autoconocimiento importante, me permite entender a las distintas partes de mí, aceptarlas y dejarlas coexistir. Cuando estaba en la prepa mi alter ego era una sirena y se llamaba Índigo, con los años este personaje ha tomado el papel de la intuición. Es la parte de mi que siento más profunda y sabia, contemplativa y conectada a lo importante, al amor. Entre más caso le hago, más fuerte se escucha su voz. A Índigo le gusta bailar, le gusta que el tiempo pase lento, le gusta el mar, las flores, la risa, Índigo sabe gozar sin culpa, sabe hacia donde ir de la misma manera que una flor es flor, sin saber que es flor. 

¿Por qué decidiste utilizar el añil? ¿Crees que continuarás con este pigmento como tu estilo característico o se podrá decir que es una “temporada” de Dayun?

Creo que en gran parte se lo debo a la intuición, ya que el añil ha llegado a mi vida en distintos momentos, a través de personas maravillosas y decisiones azarosas. Algo que valoro inmensamente es poder trazar una línea desde el origen de algo, a través de su proceso y hasta un resultado final. Es algo poco común en el mundo que habitamos actualmente, no entendemos de dónde viene gran parte de los objetos que nos rodean. Gracias a Ana Celia Martínez y a su proyecto ANART, he podido acercarme al proceso que involucra el añil, conocer a la familia Contreras en Niltepec y ver de primera mano el hermoso trabajo que llevan haciendo generación tras generación para obtener este pigmento. Al teñir en mi estudio, siento el añil como un ser vivo, con el que colaboro para hacer piezas. Esa conexión a la materia con la que trabajo no la he encontrado de manera tan intensa en otro lugar. 

No sé si será una etapa o una técnica con la que trabaje muchos años, por lo pronto hay mucho por aprender de este pigmento y esta técnica de bloqueo que he empezado a modificar y entender mejor, así que por lo menos por un tiempo el añil seguirá formando parte de mi práctica. 

¿Qué hace de Caleta el lugar ideal para esta exposición? Especialmente por su ubicación única en la escena artística de la ciudad ¿Sientes que el espacio interactúa con tu obra, y esperas que el entorno juegue un rol en cómo el público se conecta con la exposición?

La casa es un lugar inspirador, cada rincón está lleno de personalidad. Poder crear en un espacio que carga tanta historia y belleza inevitablemente acaba influyendo la obra, pero especialmente en el estado anímico, no solo por la arquitectura del lugar, sino la comunidad que se ha formado y fomentado. Ha sido muy valioso encontrarme rodeada de gente talentosa, diversa y amorosa.  

Creo que el espacio siempre interactúa con la obra, nada existe separado de lo que lo rodea. Espero que el ambiente cálido de Caleta y la esencia de Santa María la Ribera invite a más personas a conectar con la casa, quienes la habitan y la obra de la exposición. 

¿De qué manera crees que esta exposición desafía nuestra comprensión colectiva de la realidad? ¿Qué esperas que los visitantes se lleven de esa experiencia?

Nadie nos enseña a escuchar a la intuición. No ha tenido cabida en el mundo de la razón, posiblemente nuestra mente no logre explicar una decisión intuitiva en toda una vida y a pesar de eso es información de valor infinito. Creo que en nuestra compresión de la realidad hace falta abrir un espacio para lo que nunca vamos a terminar de entender, lo que solo hay que sentir, lo que podemos ser si nos conectamos al amor. Espero que esta exposición despierte las ganas por identificar a la intuición dentro de cada quien, las ganas de cuidarla y de trabajar en hacerla fuerte y libre. 

En tu arte, has creado un diálogo entre lo íntimo y lo público. ¿Qué significa para ti la relación entre tú y el público en el contexto de esta nueva exposición? ¿Crees que el público puede contribuir a la vida de la pieza una vez que está presentada?

Todo se trata de conexión. En el estudio puedo conectar con la materia prima y quienes la hacen posible, con el proceso y conmigo misma. Una vez presentada una obra empieza todo otro nivel de conexión que es igual de importante. Para mí, la vida de una pieza es valiosa cuando hay quien conecte con ella. Por mi parte, poder conocer al público y la manera en la que recibe lo que he hecho es hermoso y altamente gratificante. Siempre es inspirador cuando alguien siente un lazo a la obra y a la intención desde la que fue creada. 

Mucho de tu trabajo se relaciona con los símbolos y su poder para evocar respuestas personales y culturales profundas. ¿Podrías describir el lenguaje simbólico que empleas en esta exposición? ¿Hay símbolos a los que sueles regresar o estás explorando otros nuevos?

Hay objetos que nos provocan una respuesta física, pienso que son los objetos que cargan energía, una historia, que fueron hechos con intención. Hay repetición en lo que hago porque hay objetos que me obsesionan, objetos que me atraen de manera instintiva. Pienso que son las cosas que le gustan a ella, a la intuición, a Índigo. Jarrones, flores, teteras, libreros y tapetes. Es una exploración constante y que cambia todo el tiempo, siempre hay lugar para nuevas intrigas y curiosidades. Por otra parte, están las mujeres que son los retratos de la intuición misma, mujeres libres, bailando, cómodas, habitando el mundo que les construimos dentro de cada quien. Hablo de mujeres porque es la experiencia que yo tengo, no tengo la duda de que a todas las personas las habitan sus seres intuitivos. 

¿Por qué la tetera? Y ¿Por qué una sirena?

La tetera es uno de esos objetos de obsesión. No solo por lo fascinante que resulta la historia y la fabricación de estos objetos, sino porque representan un momento especial de pausa, contemplación y gozo. Es un objeto que asocio con la energía femenina, con la coexistencia de fragilidad y fuerza, con la contención y la calidez. La tetera forma parte de muchas de las piezas en la exposición, pero hay una especialmente dedicada a ellas en la que muestro las teteras de diferentes maestras de las que he tenido la suerte de aprender a lo largo de la vida. 

La sirena es otra historia, fue mi primer alter ego y hasta la fecha me gusta imaginar que la intuición es una sirena, ligera, lúdica y libre. La fantasía y la creatividad siempre han sido una herramienta para tener una relación divertida y amorosa conmigo misma y con el mundo del que formo parte.  

Visítala hasta el 29 de noviembre, 2024. 

LUNES a VIERNES de 10:00 – 17:00 pm

Caleta (casa de estudios de arista) Dr.Atl 62, Santa María la Ribera