Hemos hablado con anterioridad, en este espacio, de la célebre oceanógrafa Sylvia Earle, cuyo nombre es una referencia entre estudiosos y conservacionistas de los océanos del mundo. La fundadora de la iniciativa Mission Blue —uno de los ejes de la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex— hizo en 2022 una expedición de dos semanas a las islas Galápagos para registrar los resultados de un proyecto de más de dos décadas que podría convertirse en un modelo para preservar los mares del planeta entero.
Las islas Galápagos conforman un archipiélago tan apartado del resto del mundo que los ecosistemas que ahí han proliferado son realmente únicos. Son famosas las enormes tortugas de tierra, pero son muchas y muy diversas las especies de flora y fauna endémicas que se desarrollan ahí en condiciones muy singulares, y no sólo las que se dejan ver en la superficie, sino también en la profundidad del mar. Así como Charles Darwin consideró que estos ecosistemas conformaban un laboratorio vivo, aún hoy son tan particulares que cautivan a científicos y conservacionistas que, como Earle, trabajan por mantener intacta la región.
Esta lucha, sin embargo, no ha estado exenta de desafíos, pues incluso ahí, a uno de los rincones más remotos de la Tierra, llegan los efectos del cambio climático. Es una región en la que pueden avistarse pingüinos, langostas e hipocampos, además de que es parte de la ruta migratoria de diversas especies de tortugas, rayas, tiburones y ballenas. Esta riqueza biológica —que se relaciona con las importantes corrientes oceánicas que ahí confluyen—ha captado la atención de una gran cantidad de turistas y pescadores, cuya actividad ha impactado en el equilibrio ambiental y derivado en problemas como la sobrepesca, la introducción de especies invasoras, la presencia de micro plásticos o el declive en la población de algunas especies.
Uno de los logros más importantes para la conservación de la zona ocurrió en 1998, cuando el Estado ecuatoriano le otorgó estatus de protección a 133,000 kilómetros cuadrados bajo el nombre de Reserva Marina Galápagos, título que ayudó a reforzar la labor de concientización a turistas, pescadores y residentes sobre la necesidad de proteger los recursos naturales y usarlos de manera sostenible. Aunque esta acción protegió 97% del territorio terrestre, el océano requería atención adicional. Por eso, casi 25 años después, Earle, acompañada de un equipo multidisciplinario y multiinstitucional —científicos e investigadores de organismos como Galápagos Science Center o la Charles Darwin Foundation— viajaron hasta el corazón del archipiélago para registrar su estado de salud y las condiciones de sus ecosistemas.
Earle visitó las Galápagos por primera vez en 1966, y guardó en su memoria el asombro que le causó ver tantos tiburones y peces, más de los que había visto en cualquier otro sitio. Por eso, cuando la oceanógrafa comenzó a crear los hope spots (“lugares de esperanza”), mediante los que Mission Blue identifica y protege zonas clave de los océanos, este archipiélago se convirtió en uno de los primeros sitios en ser acogido por el programa. En esta misma región, años más tarde, Earle y la científica marina Salome Buglass descubrieron nueve especies distintas de algas pardas, propias de aguas frías, pero que abundaban en las Galápagos. Movidas por este descubrimiento, ambas investigadoras decidieron dedicar parte de la expedición de 2022 a observar los frondosos bosques de algas que alfombran el suelo marino de las Galápagos, para lo cual se valieron del sumergible DeepSee, desde el cual pudieron presenciar el espectáculo y registrarlo en video, con la idea de que su presencia podría funcionar como un refuerzo para la gran biodiversidad marina de la región.
La expedición incluyó muchas otras mediciones científicas: el equipo —a bordo del buque de investigación Argo— hizo lecturas de ADN ambiental y realizó conteos de diversas especies de fauna marina. Monitorearon ejemplares de tiburones previamente etiquetados y trabajaron en la identificación de especies hasta entonces desconocidas por la ciencia. Para Earle, la documentación de la salud de estos ecosistemas es fundamental. “Si no podemos proteger las islas Galápagos —se pregunta—, ¿qué parte del planeta podemos proteger?”. En principio, los resultados de estos esfuerzos son exitosos y las estrategias de protección aquí implementadas podrían utilizarse para beneficiar otras regiones oceánicas. Earle considera que es importante comenzar a “pensar como un océano” para comprender la conectividad que hay entre ecosistemas y crear políticas que, más allá de las líneas fronterizas, atiendan los desafíos de proteger los océanos y sus criaturas. Un caso exitoso de esta perspectiva es el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, una gran zona de protección de las vías de nado de muchas de las especies que migran cada temporada, proyecto que involucra a Ecuador, Panamá, Costa Rica y Colombia.
Inspiración Verde es una serie de artículos desarrollados por Local.mx para mostrar proyectos medioambientales relevantes. En colaboración con la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex, nuestro objetivo es generar conciencia, inspirar a nuevas generaciones e impulsar las buenas ideas que mejoran la vida en la tierra. Conoce más sobre estas Iniciativas en rolex.org. #Rolex #PerpetualPlanet #RolexAwards #InspiraciónVerde