Todos identificamos las grandes unidades habitacionales de la ciudad: Tlatelolco, el CUPA, Balbuena, el Rosario y hasta la Unidad Independencia, sin embargo, pocos saben que el primer edificio habitacional de la CDMX es el Buen Tono o Edificio Mascota, sobre la calle de Bucareli.
A finales del siglo XIX el empresario frances Ernesto Pugibet y su esposa Guadalupe Portilla fundaron la cigarrera Buen Tono; Pugibet había aprendido el oficio en Cuba y Guadalupe Portilla contaba con el capital para iniciar la empresa. Desde su fundación, la compañía Buen Tono creció rápidamente tanto por la calidad de sus productos –fue la primera cigarrera en México en no usar pegamento— y su publicidad.
Lo que había empezado como una pequeña empresa artesanal, pronto se convirtió en un negocio internacional en expansión. En 1890, se compraron los terrenos que pertenecían al Convento de Monjas de San Juan de la Penitencia; hoy esta zona alberga la famosa Torre de Teléfonos y el Puesto Central de Control de Trenes del Metro. En el siglo XIX era hogar de la fábrica de cigarros Buen Tono y una iglesia que mandó construir el empresario y que todavía es posible visitar.
Con el crecimiento de la empresa fue necesario optimizar la logística de trabajo. Se decidió proporcionar vivienda a algunos de los trabajadores para evitar tuvieran que recorrer toda la ciudad diariamente para llegar a la fábrica. Para este proyecto Pugibet recurrió al ingeniero Miguel Ángel de Quevedo, con quien ya había trabajado en otros proyectos como la iglesia del “Buen Tono”.
Pugibet compró los terrenos donde estuvo la Plaza de Toros Bucareli y fue aquí, entre 1912 y 1913, donde se construyó la primera unidad habitacional de la CDMX: el edificio “La Mascota”. El proyecto a cargo de Miguel Angel de Quevedo quedó conformado por 176 viviendas distribuidas en tres privadas: Gardenia, Mascota e Ideal —nombres de marcas de la cigarrera. Cada casa cuenta con dos o tres habitaciones, sala, comedor, cocina, dos baños; uno o dos patios pequeños y algunas otras con un sótano.
La obra tuvo un costo de 2 millones 500 mil pesos de la época y para su construcción se empleó la tecnología más moderna: prefabricados de concreto y acero, y armado en sitio. Se dice que las viviendas que daban a la calle fueron destinadas para los trabajadores de mayor rango, mientras que las que daban a los parios interiores para obreros.
Después de contruir la “Mascota”, se construyeron dos unidades más en la colonia Doctores: una entre las calles de Doctor Navarro, Doctor Carmona y Valle, Doctor Liceaga y Doctor Lucio— siendo la más grande— y la tercera en por las calles de Doctor Navarro, Doctor Lucio y Doctor Liceaga. Ambas unidades fueron destruidas, por lo que el único edificio que se conserva es el de la “Mascota”.