La arquitectura hospitalaria en México es una de la que muy poco se habla, pero que juega un papel fundamental en el aparato comunitario de la capital. Uno de sus representantes más destacados fue José Villagrán. Tomando en cuenta al funcionalismo como insignia de su labor, repasemos 5 obras cumbres del gran arquitecto mexicano en el ámbito sanitario.
Antes de ser convocado para participar en el Plan Nacional de Hospitales, José Villagrán ya gozaba de cierta reputación en el sector salud. Además, los valores con los que se conducía al ejercer su profesión se alineaban perfectamente con el concepto de desarrollo y la ruptura de esquemas tradicionales de la época. Estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura de la Academia de San Carlos en medio de un clima posrevolucionario que marcaría permanentemente la esencia de su obra. Rechazó por completo el orden clásico impuesto por las Bellas Artes europeas (dígase el Palacio Postal) y se identificó plenamente con el funcionalismo.
Inspirado por la corriente del racionalismo de Le Corbusier y Walter Gropius; el funcionalismo desarrollado por Louis Sullivan, de la Escuela de Chicago; y la arquitectura orgánica promovida por Frank Lloyd Wright; Villagrán García propuso una arquitectura donde la forma siempre siguiera a la función, es decir, que el tamaño, masa, distribución y demás características del edificio obedecieran invariablemente el propósito para el que fue diseñado. Se entendía implícitamente que, si se satisfacían los aspectos funcionales, la belleza arquitectónica surgiría de manera natural.
Sin embargo, el aspecto definitorio en el quehacer de José Villagrán y que lo convirtió en el padre de la arquitectura moderna en México fue su consideración del valor social. Sostenía que, para ofrecer soluciones estructurales reales, era necesario conocer de fondo las problemáticas y necesidades de la comunidad. De ahí que sus composiciones preferidas fueran la casa obrera, la escuela y el hospital. Una sinceridad constructiva al servicio de la humanidad.
Instituto de Higiene de Popotla, 1925
Muchos estudiosos afirman que el Instituto de Higiene de Popotla, construido en 1925, fue la primera obra totalmente moderna en México. Este conjunto agrupaba dos funciones: una claramente urbana, por ser una institución de medicina preventiva, y otra de carácter semirural, por los establos para vacas y caballos que podían ser observados como potenciales portadores de enfermedades. De ahí su designación como “granja”. Actualmente, subsisten algunos fragmentos del conjunto, totalmente modificados.
Sanatorio para Tuberculosos de Huipulco, 1929
En este otro conjunto se repiten los rasgos de diseño urbano del anterior: edificios rodeados por extensas áreas verdes; distanciamiento entre los paramentos y las vialidades; disposición axial; torre prismática (tanque elevado) como elemento ordenador del conjunto y franjas que acentúan su verticalidad. Fue para el arquitecto Villagrán González su primera obra de grandes dimensiones a la que respondió con una proyección útil, económica (utilizó concreto armado) y con una pronunciado enfoque en el confort de las personas. Actualmente es el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER).
Hospital Infantil de México, 1943
Gracias a la labor de los miembros de la Sociedad Mexicana de Pediatría, en 1933 arrancó el primer proyecto del Hospital Infantil de México. Se planteó un centro médico de 400 a 500 camas con servicio de hospitalización, secciones de cirugía, padecimientos mentales, lesiones orgánicas, departamento de convalecencia, pabellón de pensionistas y ejercicios de cooperación, atendiendo a una población de hasta 14 años de edad. La construcción se hizo en un terreno aledaño al Hospital General de México de 20 mil metros cuadrados. Muchas causas retrasaron su levantamiento (principalmente hundimientos diferenciados) y no se inauguró sino hasta 1943.
Instituto Nacional de Cardiología, 1944
El primer departamento de especialidad médica en formalizarse fue el de cardiología en 1924 bajo el liderazgo del Dr. Ignacio Chávez Sánchez. En 1944 se construyó la primera sede del INC en lo que hoy es Avenida Cuauhtémoc. Entonces, el arquitecto ya conocía a fondo el funcionamiento de los hospitales, logrando edificar espacios prácticos, funcionales y dignos tanto para los pacientes como para el personal médico. A finales de la década de los sesenta se planteó la posibilidad de ampliar el Instituto y en los setentas se mudó a su ubicación actual en Tlalpan. Ambas obras fueron del maestro Villagrán González.
Hospital General Dr. Manuel Gea González, 1947
El arquitecto Villagrán García construyó tres hospitales por suscripción pública con apoyo del comité nacional de lucha contra la tuberculosis, entre ellos el Hospital General “Dr. Manuel Gea González”. En 1944 el maestro Salvador Zubirán se refiere a la “funcionalidad novedosa” de la construcción: verticalidad en lugar de horizontalidad y sobre todo, la integridad de un núcleo asistencia-docencia-investigación. Posteriormente fue adaptado por la Secretaría de Salud para la atención de servicios de gineco obstetricia, incluyendo cambios y adaptaciones en su arquitectura, de acuerdo con las necesidades de su operación y funcionamiento.