Amados por muchos y odiados por otros tantos, los taxistas son parte fundamental del rompecabezas de cotidianeidad de la CDMX y su origen yace, justamente, en la necesidad de encontrar más y mejores opciones para navegar esta trepidante metrópoli. Propiamente dicho, y antes de que existieran los vehículos automotores, las calandrias (carretas jaladas por caballos) eran el transporte predilecto de la clase media alta capitalina y dominaron el panorama durante la primera década de 1900.
Sin embargo, las cosas habrían de cambiar en el verano de 1916 cuando estalló la huelga del Sindicato de Obreros del Distrito Federal, a la que se sumaron los tranviarios. Sin electricidad y sin tranvía la ciudad se paralizó por completo, pero no todos los trabajadores podían darse el lujo de no remunerar durante el paro. Fue así que algunos decidieron seguir laborando como choferes, pero ahora de carros particulares.
El primer modelo de taxi que existió en la CDMX fue el Ford Model T, después conocido como Fotingo que, al removerle los asientos, resultó bastante cómodo para transportar a varias personas al mismo tiempo. Por supuesto, el servicio no era nada barato y funcionaba bajo la primicia de colectivo, es decir, que desconocidos con rutas más o menos similares lo usaban simultáneamente.
Poco después la huelga del sindicato terminó, pero los taxis prevalecieron. Para la década de los cincuenta arrancó la bella tradición de los engomados multicolor, cuyo primer ejemplar fue el icónico Cocodrilo, conocido así por sus tonalidades verdes, amarillas y un particular patrón de triángulos contiguos que, efectivamente, parecían las fauces de un caimán. Los conductores se uniformaban y preferían el Ford Fairlane y el Chevrolet Impala por sus amplios interiores.
Unos veinte años después, y continuando con el hábito de llamar a los taxis como animales, surgieron las Cotorras que, a diferencia de sus antecesores, se inclinaron por autos mucho más pequeños como el Dodge Plymouth. Se deshicieron de las reminiscencias con lagartos, aunque conservaron los colores verde y amarillo. Fueron bastante populares para transportar a turistas y atletas durante los Juegos Olímpicos de 1968 y, al término de esa década, se estimaba que existían unos 15 mil taxis en el ex Distrito Federal.
Luego llegó el apogeo de los setenta y, junto con él, las primeras regulaciones gubernamentales a los taxis. Se estableció el concepto de “taxi de sitio” como lo conocemos en la actualidad; el engomado dio un giro de 180º grados tornándose Coral – nombre con el que se le conoció a esta nueva estirpe que encontró en el Renault 12 a su principal aliado. Pero la hegemonía de los Corales no duraría mucho pues, en los ochenta, entraríamos en la etapa más folclórica y recordada de la historia de los taxis, que habría de durar veinte años.
Nos referimos por supuesto a los Canarios y a los Ecológicos, que hicieron del Volkswagen Vocho su insignia inequívoca. Los primeros, de color amarillo, instauraron la tendencia de remover el asiento del copiloto y colocar una cinta en la palanca para abrir la puerta y que los clientes subieran. Los segundos siguieron más o menos la misma dinámica y, aunque se promocionaban como ecológicos, lo único que los identificaba con éste término era su tonalidad, pues emitían la misma cantidad de contaminantes que otros carros.
El nuevo milenio habría de significar el ocaso del Vocho como el emblema del taxi moderno ya que, en 2008, se decretó que cualquier vehículo de servicio privado de transporte debía de contar con al menos 4 puertas y una cajuela. Fue así que el Tsuru ocupó el trono del Vocho y cambió radicalmente su aspecto pues se coloreó de rojo y dorado (con la imagen del Ángel de la Independencia), dando paso a la era de los Iron Man.
Es desde el 2014 que contamos con el esquema actual de taxis cariñosamente apodados como Hello Kitty, por su color rosado y blanco. En realidad, esta paleta representa la igualdad de género, la lucha contra el cáncer de mama y, en general, la solidaridad del gobierno con las mujeres. Dos años después se introdujeron los taxis híbridos eléctricos, modelo Nissan Leaf, exentos del programa Hoy No Circula aunque, en realidad, son muy pocos para los 20 millones de habitantes que hay en la ciudad.
Según estadísticas recientes, en la Ciudad de México existen unos 60 mil taxis que, hoy día, se enfrentan a una competencia con la que nunca antes habían tenido que lidiar: la de los choferes por aplicación. La tecnología le está cambiando el rostro a un oficio con más de 100 años de tradición que, indudablemente, se transformará pero no erradica, en una ciudad que ya no sabe cómo sobrevivir sin ellos.