Ahora ya nadie tiene pretexto para andar por la ciudad sin mascarilla, porque pronto habrá máquinas expendedoras por toda la ciudad. Como si fueran máquinas de golosinas, además de cubrebocas, estos dispensarios venderán guantes de látex y botellas de gel antibacterial para que estemos bien protegidos.
Cuando inició la cuarentena muchas persona hicieron bromas sobre reemplazar las máquinas de refrescos por unas que vendieran cubrebocas y aunque, más que un chiste, era una idea bastante buena, nadie lo había hecho hasta ahora. La empresa Diasa Internacional será la encargada de instalar estas máquinas en por toda la ciudad. La compañía es experta en máquinas de café, jugo y golosinas, aunque también fabrican aparatos para limpiar el aire, las cuales han llegado hasta la NASA. Pero en estos tiempos, como dice el director general de la empresa, José Luis Villar, es necesario innovar para cuidarnos a todos.
En varios países de Europa y Asia ya existen estas máquinas y al parecer sí facilitaron el regreso seguro a las actividades. Foto: Reuters
¿Dónde estarán las máquinas expendedoras?
Por ahora, las Máquinas de la Salud serán colocadas en puntos clave de la ciudad, como la Torre de Pemex, el World Trade Center y los hospitales de Pemex. Antes de que termine el semáforo naranja, tienen planeado cubrir la mayoría de la ciudad, especialmente a los lugares más transitados como plazas públicas y centros comerciales. La cosa es que nadie tenga pretexto para no estar bien protegido.
Los precios en las Máquinas de Salud van desde los $20 pesos y tienen la opción de pagar en efectivo o con tarjeta. Por el momento sólo están surtidas con cubrebocas, gel antibacterial y guantes de látex, pero José Luis Villar espera que pronto puedan ofrecer botellas de desinfectante de un litro y kits con dos botellitas de gel, cuatro pares de guantes y cinco cubrebocas. Por supuesto, eso dependerá de qué tan bien le vaya a los primeros dispensadores.
Este tipo de iniciativas vienen muy bien, sobre todo ahora que todos comenzamos a ir de nuevo a nuestras oficinas y nos integramos, poco a poco, a nuestras actividades en el exterior. Tener que salir, no necesariamente es sinónimo de exponerse demasiado.
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