La mañana del 9 de marzo no fue como la de todos los lunes, la marcha del domingo dejó a la ciudad con una especie de resaca de la que no todos se recuperaron de inmediato. La promesa de un paro femenino nacional se cumplió y con ella llegó la ausencia. A pesar de que algunos dijeron “estar preparados” para el paro, la ciudad supo que 60 mil asientos vacíos no son poca cosa, tanto así que algunas escuelas suspendieron labores, las oficinas de gobierno funcionaron a su mínima potencia, el metro tuvo que dar acceso gratuito en algunas de sus estaciones y las calles tenían un aire tan lúgubre que a uno no le quedaba más que suspirar fuerte para al menos escuchar algo de ruido. Era como si la ciudad, en su papel de madre, también hubiera entrado en paro.

Como caminantes de la ciudad, en Local sabemos muy bien cómo lucen las calles en un día cualquiera. Este lunes, como protesta ante la situación de violencia de género en el país, ninguna se movió. Fui testigo de la ausencia que representaría la desaparición de mujeres en Local, donde soy el único hombre.

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Una mañana de lunes cualquiera, todos los asientos de la combi que va de Plazas de Aragón a la estación Moctezuma estarían ocupados.

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Las taquilleras del metro también se unieron al paro. En la estación Moctezuma hay máquinas para hacer recargas automáticas, pero en otras estaciones tuvieron tantos problemas con las entradas que los policías tuvieron que dar acceso gratuito a los usuarios que, de todas formas, no eran tantos.

Así se sintió la ciudad el día en que ninguna se movió (Fotos)

En la calle Fernando Montes de Oca en la Condesa, un hombre camina solo. Quizá lo único que escuchó fueron sus pasos y la sirena de una patrulla a lo lejos.

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Por las calles donde usualmente hay oficinistas o personas paseando a sus perros, la sensación era de vacío.

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Así se veía el metro Juanacatlán a las 7 de la noche cuando todo mundo sale de sus oficinas.

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