La Cantina La Veracruzana está en San Cosme esquina con Nogal. De lunes a sábado, de las 3 a las 8 y sin falta, hay música en vivo. Por la puerta escapan pedazos de canciones de Luis Miguel, José José y Selena… dentro algunos bailan (los más animados pasan a cantar) y el resto bebe y botanea sentado.
Hace más de 80 años que esa esquina de San Cosme es una cantina que, en realidad, de veracruzana sólo tiene el nombre. A lo largo de los años ha cambiado de dueño y de nombre varias veces –durante los ochenta se llamaba “Pancho Colonial”– pero el giro del negocio permanece intacto: cervezas, cocteles, música y botanas gratis para los que lleven más de tres copas.
El Dr. Simi de La Veracruzana
Detrás de la barra, preparando los tragos de nombres inusuales y (a veces) colores radioactivos está Francisco. Hace más de 20 años que atiende en la Cantina La Veracruzana y tiene más apodos de los que recuerda, de los cuales el más famoso tal vez sea Dr. Simi. Le dicen así porque él receta paliativos a los pacientes que llegan a verlo; para la cruda, por ejemplo, nada mejor que un colibrí. “Lleva vodka, anís, Campari y fernet. Es para cuando tienes asco o cuando quieres que te de hambre”, explica mientras lo sirve en una copa pequeñita.
También está el “Luz de la Habana”, de un peligroso verde brillante que es resultado de la mezcla de vodka, jugo de naranja y de piña y un toque de Midori. O el “Orgasmo”, con Amaretto, Kahlua, Baileys “y mucho amor”, agrega riendo el Dr. Simi.
Aunque Francisco sabe al derecho y al revés toda la carta de cocteles de memoria –algunos con nombres como Lagartija, Sueño de Opio o Conejo– lo que más recomendamos es pedir una cerveza para probar cualquiera de las de las botanas, que cambian todos los días a la inspiración de la cocina. Lo único que repiten todos los miércoles es el chamorro, que llega en taquitos con su limón y pico de gallo.
Cuando los visitamos había sopes, niño envuelto, mole de olla y chayotes a la crema. Nos dijeron que el jueves el menú de las botanas tendría cola de res en adobo o T-bone con guacamole y el viernes caldo de calamar con camarones o bistec en chile pasilla.
Mientras uno come y toma, los otros comensales hacen plática y preguntan algunas cosas. Algunos proponen subir a cantar (lo que al parecer no es nada inusual) o gritan a los cantantes las peticiones de las siguientes canciones. Francisco dice que la Cantina La Veracruzana es familiar, lo que significa que “aquí nadie se pasa de lanza, te defendemos”. La mayoría de los que van, van desde siempre o al menos desde hace mucho. Los nuevos llegan y casi siempre regresan, a comer y tomar a gusto. Tal vez a cantar una canción.
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