Artes de México cumplió 30 años en noviembre del año pasado, y para celebrarlo, su última revista-libro es un hermoso bestiario culinario del que hablamos en Local.mx. En sus muchos años de ediciones especiales, Artes de México tiene en su haber varios números dedicados a la Ciudad de México de los que nos gustaría hablar ahora. Algunos son muy viejos, desempolvados en nuestro diario transitar buscando detalles hermosos y olvidados de nuestra mancha urbana: uno de ellos es el número 20, dedicado a Xochimilco.
Publicado por primera vez en 1993 y re-editado en el 2008, habla de las maravillas acuáticas y flotantes de Xochimilco; su culto a las flores, la historia de sus chinampas, y –nuestra parte favorita– la leyenda de los ahuejotes.“El tezcáhuitlo ahuejote que, bajo cierta ilusión óptica, parece hundirse en lo profundo y sostener el cielo reflejado en las aguas”, dice Rodolfo Cordero López, investigador de Xochimilco.
Los ahuejotes –viejos y cariñosos– forman protuberancias con sus raíces milenarias y crecen sus ramas largas aunque las corten. De ellos cuentan que en el principio de los tiempos, Chalchiuhtlicue, la diosa sol, daba una luz débil y tranquila que inquietaba a los otros dioses que decidieron derrocarla. Teztatlipoca llenó entonces de lluvia la tierra desbordando todos los ríos; Ilhuícatl, el cielo, cayó a la tierra que quedó anegada en agua, sin cielo y sin sol.
Después de la batalla, los dioses decidieron devolver el cielo a su sitio. Quetzalcóatl y Teztatlipoca acordaron descender también, el primero convertido en un sauce vestido de verde, que se hundió en la tierra agarrándose con sus raíces a las profundidades; el segundo optó por transformarse en su reflejo en el agua transparente. Pronto se reprodujeron y los canales quedaron bordeado por ahuejotes que sobreviven hasta ahora.
En la interpretación de la leyenda, Quetzalcóatl bajó a la tierra como ave preciosa y el plumaje verde de su cola formó la copa esmeralda de los ahuejotes para sostener el cielo. Teztatlipoca sostiene entonces el inframundo, como un espejo de la vida en la tierra.
La edición de Artes de México que lleva entre sus páginas la leyenda aún está disponible en éste enlace. Además, el índice incluye pasajes sobre las flores en la arquitectura de Xochimilco, una pequeña historia de las chinampas y un texto dedicado a los jardines flotantes de Brian Nissen inspirados el ecosistema de Xochimilco, entre otras cosas. El suplemento está dedicado a los bestiarios de Francisco Toledo y Jorge Luis Borges, con palabras de Elena Poniatowska, Raquel Serur y Gabriela Olmos. Y la portada es una pintura maravillosa de Miguel Covarrubias.
.
Más en Local: