Un domingo a mediodía en la azotea de Barrio Alameda el sol pega desde arriba, y la vista es hacia copas de jacarandas y árboles que no cruzan los rayos del sol. Es hacia la Torre Latino y otros edificios nuevos y viejos de la avenida Juárez,  un par de fuentes verdosas y las nucas de quienes hormiguean pequeñitos por los trazos de la Alameda. Un domingo a mediodía al mes, Barrio Alameda organiza un brunch en su azotea, totalmente al aire libre, con música disco, buena comida y barra libre de mimosas (!) con un cover bastante justo.

El evento es sencillo y desenfadado, y está lejos de la pretenciosidad que cargan los brunches en otras terrazas. El de Barrio Alameda es para estar a gusto. Como su nombre lo dice, La Azotea no es una terraza, y aunque las terrazas nos encantan, esto le aporta un aire más desenvuelto: aquí no hay techo, apenas unas sombrillas que ponen cuando el sol está muy duro. Y el sol en estos suele estar más bien suave y súper agradable. No hay adornos ni filas de meseros ni baños de champaña. Lo que sí hay es un menú que cuesta 150 pesos e incluye fruta, café de olla y dos platillos a elegir, entre huevos benedictinos, chilaquiles, pan francés, hot cakes, avocado toast, y todas las mimosas que uno desee, por $250 pesos, de 11 a 2:30 de la tarde.

A las 2:30 de la tarde se acaba también la música disco, que corre a cargo de DJ Miguelitoooo. Después de eso uno se puede quedar ahí a pedir otro bloody mary, una cerveza o agua del día, hasta que cierra el espacio a las 8. La azotea del Barrio Alameda, siguiendo la misma filosofía de estar tranquilos y por respeto al bed & breakfast vecino, nunca cierra tan tarde. Los viernes y sábado, que sirven cenas y vino casual (y que luego reseñaremos), no cierra más allá de la media noche. Si llueve, por ejemplo, la fiesta se acaba. Como en la azotea de un amigo.

 

La Azotea del Barrio Alameda –y el B.A. en sí, con sus tiendas y restaurantes– lleva casi 4 años de ser un punto de reunión o una parada que se antoja un día de paseo en el centro (por ejemplo, para tomar un helado). Este edificio art decó no sólo tiene una ubicación y vista privilegiada, sino una oferta accesible y variada, que demuestra que las cosas pueden ser bien hechas, accesibles y sin demasiado adorno.

 

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