José Emilio Pacheco escribió que “para el impensable año dos mil se auguraba –sin especificar cómo íbamos a lograrlo- un porvenir de plenitud y bienestar universales. Ciudades limpias, sin injusticia, sin pobres, sin violencia, sin congestiones, sin basura”. Aún cuando ese progreso utópico nunca nos llegó, la calles y edificios que inspiraron Las batallas en el desierto todavía están en los lugares de siempre y el INBA quiere revivirlos por medio de una caminata.
El recorrido
El domingo 20 de enero a las 10 de la mañana inicia el recorrido Las Batallas en el Desierto, JEP y la ciudad escrita en las bancas de la plaza Río de Janeiro. Las paradas diseñadas de la caminata van a ser, obviamente, los lugares que aparecen en la novela –por eso (y porque es una belleza) es recomendable haberla leído. Para ir al recorrido sólo es necesario inscribirse por teléfono o por mail (la información está hasta abajo), llevar ropa cómoda y, en caso de llevar equipaje o algo por el estilo, procurar que sea lo más ligero posible.
¿Pero por qué esta novela? El escritor Carlos Antonio de la Sierra, encargado del recorrido, dijo que eligió Las batallas en el desierto porque en ella Pacheco describe los espacios con una sencillez que nos hace sentir ahí. Ahora, con esta caminata, cada persona puede reconstruir la colonia Roma por medio de las palabras y memorias de Carlos y Mariana, protagonistas del libro, que está situado en los años cincuenta, primero, y luego en los setenta.
Antes y después de la colonia Roma
“Los viernes, a la salida de la escuela, iba con Jim al Roma, el Royal, el Balmori, cines que ya no existen. Películas de Lassie o Elizabeth Taylor adolescente.”
Es fácil imaginar lo que diría Carlitos si viera cómo se ha transformado la ciudad desde sus días de infancia (cincuentas) hasta hoy. El cine Balmori, por ejemplo, que estaba justo a un lado del edificio con el mismo nombre, ya no existe. Lo demolieron a causa de los terremotos y en su lugar hay un edificio dramáticamente distinto. Carlos encontraría inmensos ventanales azules de el Laboratorio Médico Polanco y un estacionamiento.
La ciudad de los años cincuenta en la que Carlitos se enamoró de la mamá de su mejor amigo está muy lejos de la nuestra. Sin embargo, al buscar entre los recuerdos y las estructuras que la conforman uno puede adivinar qué fue de todos esos lugares y edificios, en qué se convirtieron o –si es que aún existen—cómo los trató el tiempo. Al final, como dice el epígrafe de Las batallas en el desierto, “el pasado es un país extranjero. Hacen las cosas diferentes allí”.
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Información para inscripciones
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