Partiendo del principio de que en cualquier lado cabe una taquería, sobre Avenida Universidad, en la colonia Narvarte Oriente, hay un taller mecánico que cumple cabalmente con dicha premisa. El Vilsito es producto del ingenio mexicano, no se limita con nada. Ni el espacio, ni el giro del negocio fueron un impedimento para hacer dentro de este taller una de las taquerías más populares de una zona altamente competitiva en oferta culinaria. Puro producto de la inventiva local.
A partir de las 8 pm este taller mecánico llamado Mecauto cierra sus cortinas de metal y abre su zaguan con un trompo de pastor, mesas, pizarras con precios y una fila de comensales que desborda la banqueta. Con sus horarios de batalla (cierra hasta las 3 am), el Vilsito siempre está dispuesto a recibir a los más desmañanados y a continuar el día como el taller mecánico automotriz. Es decir, tiene una doble vida. De noche, lo único que da un indicio de su giro matutino es el letrero sobre la fachada, que enlista las marcas de autos y los servicios que ofrecen, como si se tratara de un remanente de algún viejo negocio que tuvo lugar ahí mismo.
La oferta del Vilsito cumple con la de cualquier taquería robusta: tortas, quesadillas, tacos de bistec, costilla y campechanos, volcán de queso en erupción, cerveza con opción a michelada y, por supuesto, el pastor, cuyo trompo luce como portada de calendario y gira como un eje de coche bien balanceado. Incluso dentro de su variedad hasta ofrecen mentadas. Cortesía de la casa.
Si solo has visto a El Vilsito o a Mecauto resulta difícil imaginar que en cuestión de horas todo se reconfigura –Hecho que no resulta descabellado en la Ciudad de México. Ese es su encanto, la versatilidad de una propuesta que como las mejores en esta ciudad, responde a la necesidad tanto de unos buenos tacos como de un servicio automotriz de calidad.
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