Pues fuimos a visitar al animal más triste de la ciudad y resulta que lo pintaron. Le pusieron ojos y le pintaron las aletas de anaranjado, como si el naranja pudiera “revitalizar” algo que es ya tan melancólico. Lo que no saben los encargados del Parque Rosendo Arnaiz es que el pez más triste de México es ahora un pez más triste, porque los colores lo hacen parecer payaso… Y no hay nada más triste que un payaso de semblante luctuoso.
Quizás leyeron la nota que le sacamos y les pareció vergonzoso el descuido. Este pez, cuando se le haya caído de nuevo la pintura por tantos niños que se suben en él, y por tanta adversidad del ambiente (está bajo los puentes de Eje 6 y le llega todo el humo) será para nosotros legendario. Hay quienes padecen el mundo y este animal es uno de ellos. Un espíritu de la ciudad.
Aquí está el antes y el después: