La tarántula ha sido una protagonista del terror en nuestro imaginario por mucho tiempo. Pero aunque resulte difícil de creer, este arácnido es sumamente dócil y longevo y hay un potente nicho de amantes que las quieren tener en casa. Quizás porque el terror y extravagancia se convierten en fetiche, y porque ciertamente son hermosas. El problema es que su comercialización acelerada como “mascotas” o “animales de compañía” (pues no tienen comportamiento social) trae consecuencias. Ahora, de las 105 especies mexicanas que se conocen, 16 son particularmente comercializadas, y tres de ellas (las de las fotos) se encuentran catalogadas en México como amenazadas.
Para revertir esto, el CONACYT y Tarántulas de México –la asociación que difunde y desmitifica información sobre los arácnidos, y además conserva la especie– proponen que quienes se sienten atraídos por estas especies las adopten y les den los cuidados necesarios para evitar su extinción. “Adoptarlos” quiere decir adquirirlas responsablemente. Una gran parte de su comercialización es ilegal, es decir que las sacan de su hábitat para venderlas. En cambio, Tarántulas Mexicanas funciona como una suerte de Jardín Botánico.
Ahí albergan todas las tarántulas y escorpiones que entre PROFEPA y SEMARNAT decomisan de la venta y tráfico ilegal, así como tarántulas donadas por personas que por alguna razón ya no las pueden mantener. Este espacio las mantiene en las mejores condiciones posibles. La reproducción en cautiverio busca invadir el mercado ilegal de animales exóticos con tarántulas criadas responsablemente. Así se desequilibra la oferta y demanda ilegal y disuade a los cazadores furtivos de continuar con esa terrible labor, dejar a la tarántula en paz en su medio y evitar su extinción.
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