Las bibliotecas son fundamentales en toda ciudad, pero las mini bibliotecas son talismanes de nuestros tiempos. El primer encuentro que uno tenga con los libros puede ser determinante para el curso que llevará su vida; no todos gozan de la suerte de tener un amigo o un pariente lector, o un buen maestro de literatura, y a menudo las bibliotecas públicas son edificios solemnes que en lugar de invitarnos a entrar nos provocan desconfianza. ¿Qué pasaría si, por casualidad, nos encandiláramos de pronto con las mejores obras universales mientras caminamos por la calle? ¿O con una buena novela? ¿O con José Emilio Pacheco? ¿O con Alfonso Reyes?
El proyecto Little Free Library busca promover precisamente estas sincronías: acercar la literatura a todos, indiscriminadamente. Originalmente la idea surgió en Wisconsin, pero se ha ido expandiendo a otras ciudades y ahora, hace apenas unos días, llegó a la Ciudad de México; más precisamente, a Laurel #34 en la colonia Santa María la Ribera.
Para colocar una puedes ordenar tu kit de construcción en el sitio de este proyecto o seguir las instrucciones que vienen ahí. También puedes diseñar tu propia mini-librería siempre y cuando ésta tenga las proporciones adecuadas (parecidas a las casas de pájaro) y un estilo estético o simpático para llamar la atención de tu comunidad. Una vez instalada, la mini-librería puede ser registrada en el sitio del proyecto para ser añadida al mapa interactivo y que las personas interesadas lo puedan localizar.
Hoy, esta iniciativa se ha consolidado como un destacado movimiento internacional –incluso respaldado ya como ONG. La lectura ya no es un privilegio –nunca debió serlo- y no implica internarse en un sitio solemne y silencioso para conocerla. La lectura también es sentirse parte de una ciudad, reclamar el espacio público, viajar en un mismo lugar. La lectura también es un placer.
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