En el cruce de las calles Peralvillo y Libertad, en la colonia Morelos –para ser precisos, a tres cuadras del metro Lagunilla–, un corredor comercial de peluquerías, tintorerías y fonditas comparte espacio con una joya detenida en el tiempo: la zapatería El Calzado de las Estrellas. Este local lleva 40 años fabricando calzado para danzón y es el principal surtidor de los danzoneros que cada fin de semana acarician suavemente el suelo de La Ciudadela con sus pies.

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Desde hace 15 años, quien lleva las riendas del negocio es Cristina García. Antes de dedicarse a la zapatería, Cristina era promotora de ventas de gas. Tenía 40 años cuando conoció al hombre que hoy es su pareja, precisamente en un baile en La Ciudadela. El baile, su pareja y los zapatos se convirtieron en un triángulo de amor del cual no puede ni quiere salir.

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Cristina recibe a sus clientes con la atención de una madre: examina los pies, revisa si tienen “callitos”, les toma las medidas y diseña un calzado exclusivo y cómodo que les durará años. El precio por un par es de 800 pesos como mínimo y de ahí para arriba, según las exigencias del cliente.

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Aquí se presume que las orquestas y los danzoneros más famosos se han surtido durante años. También, dice Cristina, han llegado encargos del mismísimo salsero Óscar D’León e incluso de Marc Anthony. También se promueven en los grandes salones que quedan, como el Gran Forum, La Maraka y el Salón Los Ángeles, además de La Ciudadela.

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Todos los materiales con que se fabrican los zapatos de danzón se surten al momento “para que no se nos quede nada rezagado”, señala Cristina. El tiempo de fabricación es de dos a tres semanas, o incluso más si los zapatos se cosen a mano.

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El Calzado de las Estrellas es de los pocos talleres de zapatos para danzón de la Ciudad de México, en parte debido a la poca popularidad que tiene entre las nuevas generaciones. Los principales compradores de Cristina son mujeres y hombres de la tercera edad, lo cual refleja que el danzón es un gusto que aún no ha permeado entre los jóvenes. ¿Qué esperan las nuevas generaciones?

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