En el pulso vibrante de la Ciudad de México, donde el caos y la belleza entrelazan sus destinos, encontramos a un fotógrafo que camina las calles como un flâneur moderno, Luis Herrera. Su lente capta no solo imágenes, sino también historias: escenas de amor y drama que emergen de lo cotidiano, transformándose en poesía visual. Para él, cada rincón de la ciudad es un escenario donde la calidez humana desafía la frialdad del entorno, recordándonos que, a pesar de todo, el cariño siempre se retribuye. Desde las relaciones fugaces en abarrotes de barrio hasta las memorias compartidas en una cantina, su trabajo es un testimonio de quienes siguen buscando la belleza en un mundo en constante transformación. En esta conversación, exploramos su enfoque único y cómo la dinámica de la CDMX alimenta su creatividad, revelando un artista que, al igual que sus imágenes, vive inmerso en un estado emocional que da vida a su arte.
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¿Cómo la ciudad influye en tu estilo y enfoque fotográfico?
Soy una persona que naturalmente camina mucho, “un pata de perro” o más sofisticado, un Flâneur. Me siento especialmente atraído por las parejitas en la calle y como romántico incurable al instante de ver una escena amorosa o dramática entre dos personas, empiezo a imaginar historias, frases y poemas con los cuales después busco detalles o palabras que pueda convertir en imágenes.
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¿Qué historias buscas contar con tus fotos de la CDMX?
La de los que siguen dándolo todo por un extraño y por sus amigos, aquellos que aún no se han dejado asustar por lo terrible de la ciudad, de las personas y el mundo. Cariño con cariño se paga.
El otro día fui a unos abarrotes en mi nueva casa y la chica de la tienda me atendió como si lleváramos años de conocernos, fue amable y lindo, salí de la tiendita con una sonrisa, y entonces las cosas a mi alrededor me comenzaron a parecer bellas, desde esas emociones es que decido comenzar a crear.
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¿Cómo ha cambiado tu percepción de la CDMX desde que empezaste a fotografiarla?
Nuevos edificios, nuevas lineas de metro, cable bus, bares cierran, bares abren, todo cambia pero los restaurantes de comida china nunca se van, tal vez todas las historias de amor deberían comenzar en la comida china.
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¿Tienes alguna rutina o ritual cuando sales a fotografiar la ciudad?
El running es algo que ha cambiado mi mente de manera radical. Tardé más de un año y medio desde que comencé a correr para empezar a tomar fotos de running, pero ahora que lo hago y me siento cómodo, uno de mis mantras es repetirme a mi mismo “Soy Runner. Soy Artista. Soy un artista que corre”. Me encanta la sensación que eso me da.
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¿Cuál es tu espacio favorito en la CDMX?
La Cineteca para siempre.
¿Qué crees que hace a la CDMX visualmente única en comparación con otras ciudades?
La libertad que tenemos para hacerla bella, romántica, absurda y fea. La Ciudad de México no existe, la Ciudad de México es un estado emocional.
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¿Cómo ves la relación entre el caos de la ciudad y su belleza?
Yo no sé cómo logramos salir ilesos día tras día, es violenta y amable al mismo tiempo. Cuando necesitas llegar a un lugar y no hay taxi, ni uber, ni eco bici y todavía te cierran el Metrobus por una marcha, de verdad quieres romper algo, pero cuando solo eres espectador de esa tragedia te da risa, todo lo chistoso es feo (alguna vez me lo dijeron y hasta ahora lo comprendo) el vínculo entre el caos y la belleza de esta ciudad es la risa.
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¿Qué emociones te inspira la CDMX cuando estás detrás de la cámara?
Siento que me voy a volver a enamorar.
Top 3 imperdibles dentro de la ciudad
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Cantina el compadre.