El 29 de abril se inauguró Quimera de Wilson Díaz en el Museo Tamayo. Díaz llenó una de las salas del museo con su archivo de LPs coleccionables de empresas y organizaciones colombianas para mostrar las formas cotidianas de representación de violencia en los medios y propaganda con un imaginario de mujeres, narco, café y guerrilla. Un bombardeo magnífico de propaganda que el visitante recibe como catarsis estética.
A partir de este sábado 10 de junio, y cada mes, habrán visitas guiadas con un curador y, al finalizar, un DJ set de diferentes invitados como Tropicaza, Ali Gua Gua y Derré Tidá (cofundadora de Traición, una de las mejores fiestas de la ciudad). Todos ellos van a poner música de la colección de Quimera y otros que ellos elijan.
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A la par, habrá una colaboración con deriva.mx, un proyecto transmedia que vale la pena conocer porque busca trazar nuevos caminos que nos ayuden a observar la violencia en México desde diferentes perspectivas.
Platicamos con Andrés Valtierra, curador asociado del Museo Tamayo y co-curador de esta expo, para entender un poco más sobre Quimera de Wilson Díaz, que por su naturaleza excesiva, musical y política, requiere contexto.
¿Cuál fue tu primer noción de Wilson Díaz?
Podríamos decir que la programación artística del Tamayo se realiza a partir de una investigación constante sobre prácticas artísticas y lenguajes visuales contemporáneos. Es decir, hay una exploración sobre cómo artistas en diversos contextos están articulando sus propuestas. En el caso de Wilson, nos interesó el trabajo que ha realizado sobre la circulación de imágenes en la cultura popular y cómo influye en propagar ciertas ideas —o ideologías— en el imaginario colectivo. Desde luego, se trata de una pieza muy política, pero me parece que en el fondo este proyecto se interesa centralmente por desentramar ciertos mecanismos de comunicación por medio de los vinilos, que se manifiestan tanto en las canciones que incluyen como en sus carátulas.
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¿Qué te parece lo más representativo de su trabajo?
La obra de Wilson responde a un contexto sociopolítco tan fuerte y determinante de una manera distinta a como lo hicieron otros artistas de su generación. Es decir, más allá de crear piezas que fueran tan crudas como la realidad que enfrentaban, a menudo incorpora gestos irónicos y de mucho humor, pero siempre críticos, que dotan a las obras de distintos niveles de significado.
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¿A qué apela Quimera? Y, en términos sociológicos, ¿qué representa?
Uno de los ejes detrás de este proyecto mecanismos de comunicación por medio de los vinilos es cómo la distribución de los discos se utilizó para propiciar los intereses de diversas compañías o agentes políticos. Es un mecanismo muy efectivo porque entonces cuestiones económicas, sociales y políticas pasan a un lenguaje colectivo.
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¿Como usa el sentido del humor el artista?
Pues ha realizado muchos ejercicios de autorreflexión a lo largo de su obra. Esto es: a menudo revisa a obras que realizó con anterioridad y es muy crítico de su trabajo, pero precisamente con un humor muy marcado. Por ejemplo, documenta sus performances, no con fotografías sino con pinturas, y produce muchas versiones de la misma imagen. Me parece que tiene una actitud muy similar con las imágenes de publicidad que (re)utliza en sus piezas.
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¿En qué se basaron para escoger y ordenar los discos que se encuentran en la muestra?
Wilson empezó a coleccionar estos vinilos a partir de 2008, cuando empezó a notar que habían ciertas conexiones entre ellos y sus mecanismos de circulación. Durante la segunda mitad del siglo xx se volvió muy barato producir vinilos en Colombia, por lo que muchas compañías empezaron a producirlos a gran escala como forma de publicidad. Lo curioso es que en muchas ocasiones estas dinámicas tocaron puntos de los diversos conflictos en Colombia, o incluso estaban inmersos directamente en ellos.
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¿Cómo dialoga la obra gráfica con la selección musical?
Wilson realizó una serie de pinturas al óleo y acuarelas que hacen referencia a los discos mismos. En el caso de las acuarelas, marcan tres de los ejes centrales que ordenan a los discos: el narcotráfico, la guerrilla y el ejército colombiano. En cuanto a las pinturas, son, podríamos decir, comentarios sobre las carátulas mismas de los vinilos.
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