huerto
21 de julio 2020
Por: Lucia OMR

Cómo un animal de ciudad puede mejorar su cuarentena (y su vida) con algo tan obvio como un huerto

Hace 2 meses pensé que no podría sobrellevar el encierro sola en un espacio tan chiquito como mi casa. Y luego tomé una buena decisión: un huerto que viera crecer desde la semilla. Esta es la (extra)ordinaria historia de eso.

A finales de abril intuí que la cuarentena iba a ser lenta y larga y que, si quería sobrellevar el encierro, mis días necesitaban un proyecto. Algo distinto al tremendo trabajo que implicaba mantener a Local con vida (aunque fuera con poquita vida) y, específicamente, algo distinto a leer y escribir. Se me ocurrió comenzar un huerto en casa, desde la semilla. Entre otras cosas quería ver el proceso de la vida desde lo más diminuto. Si hubiera empezado otra misión como, digamos, tejer, seguro lo hubiera dejado a la mitad porque tiempo es lo último que he tenido; necesitaba algo vivo, algo que sin mi atención se muriera. La atención, decía Simone Weil, es la forma más rara y pura de la generosidad.

Entre mis scrolls de Instagram brillaba con especial verdor la cuenta de Terrestre Estudio, un proyecto de huertos urbanos y plantas a domicilio de Paloma Martínez. Ella lleva años trabajando con plantas, flores, macetas y todo lo relacionado a tener un pedacito de jardín en una casa en esta ciudad. Hice mi pedido y en pocos días llegó un auto cargado de semillas, charolas de almacigo, tierra, sustratos, humus de lombriz y… semillas.

Así llegó la cajuela del auto. Las flores vienen como regalo aparte

Los contenidos del paquete Huerto Terrestre

Iniciar un huerto en un departamento no es tan fácil como uno pensaría. No puedes solo echar las semillas y crecen, se reproducen y mueren. Sin embargo, es gratificante. Creo que yo lo hice de la manera más difícil: puse las semillas en servilletas con agua para ver cómo aparecían los primeros brotes. Puedes hacerlo directo en la tierra y es más fácil (después me enteré), pero el hecho de ver cada semilla germinar tiene algo esencial que da mucha ilusión. Es como el frijolito en algodón que nos dejaban de tarea en la primaria. El asunto es que si la servilleta se seca, se deshidrata la semilla y casi de inmediato se muere. Ese episodio, créanme, no abona a la catarsis de encierro que de por sí muchos tenemos.

Mis semillas en servilleta (muchas no sobrevivieron) / Mis semillas en almacigo

Aquí dormían mis semillas para que los gatos no las molestaran. La lámpara era por mi obsesión de ir a verlas cada 10 minutos.

Logré que casi todas mis semillas germinaran en la servilleta, pero no todas. Un día olvidé revisar la humedad en la mañana y para la hora de la comida ya estaban desmayadas. No pude revivirlas.

Si no sabes nada (como yo), no importa

Como parte del Huerto Terrestre, Paloma te manda videos donde explica exactamente qué hacer en cada paso. Cuando los brotes ya tienen tallo o un par de hojitas, las pasas a la charola de almácigo donde están más a salvo… Sobre todo si eres distraído como yo. Para ello preparas la tierra con los sustratos que vienen en el paquete –unas dos horas deliciosas de amasar tierra con las manos que no vienen nada mal–. Ya en el almácigo, puedes estar tranquilo o ir a revisarlas cada 10 minutos –pequeñas ilusiones domésticas– hasta que te acostumbras un poco y se vuelven parte de tu vida.

Mis plántulas en charola de almagico.

Todo eso, desde la semilla hasta que alcanzan un buen tamaño en el almácigo, tarda más o menos 1 mes. Después puedes pasarlas a sus macetas y, eventualmente, hacerlas ensalada. O salsa de chile, que es lo que más me emociona a mí.

El momento en que un huerto se convierte en huerto

Paloma trabaja con un carpintero que hace las macetas del tamaño que quieras. Hay que mandarlas a hacer con un poco de anticipación para que cuando las plántulas estén de buen tamaño las puedas trasplantar. Este paso también viene en un video.

Yo planté distintas especies de lechuga, arúgula y kale; chiles serranos, manzanos y piquín; distintos tipos de jitomate; calabazas, zanahorias y ejotes. Todas las semillas son orgánicas y, como ya no me acuerdo cuál es cuál (y cuál murió en la servilleta), será una sorpresa ver qué color de jitomates tengo o qué especies de chiles se dan.

La idea es que mientras crecen las verduras a velocidad prehistórica (cada día son más reales y en 3 días doblan su altura) vayas plantando más semillas para reemplazar lo que te comes. Esta vez lo estoy haciendo directo en tierra para ahorrarme esas pequeñas tristezas de servilleta que, aunque me dieron lo justo, no quiero experimentar otra vez.

Así va mi huerto después de 2 meses:

Arúgula y lechuga

Estos son jitomates y chiles

Aquí hay arúgula, lechugas, kale

Debo decir que, aunque todavía no he cosechado nada, el momento más feliz de mi día es en las mañanas que salgo y riego una por una y veo todos los cambios que les pasaron por la noche. Me emociono. Ya sé que sueno francamente a niña de ciudad, pero al final es claro que sí, soy un animal de esta ciudad y me faltaba la sencilla pero voluptuosa práctica de ver semillas crecer y saber que, aunque sea en un pasillo de San Pedro de los Pinos, todos deberíamos crecer lo que comemos. …Nos ahorraríamos tanto.

Un huerto requiere mucha atención, pero es verdad que la atención es la forma más rara y pura de la generosidad.

Les iré actualizando sobre mis jitomates, chiles y lechugas en Instagram, por si les emociona tanto como a mí.

 

Si quieres semillas o incluso un huerto ya en maceta (o puras macetas), puedes escribirle a Paloma Martinez de Terrestre Estudio:
Mail: Paloma@terretsreestudio
Whatsapp: 5550724269
IG: Terrestre Estudio

Exit mobile version