La exposición que está ahorita en Casa Luis Barragán –presentada por Estancia FEMSA con el apoyo de kurimanzutto– se llama Jardín con palomas al vuelo y la hizo el artista danés Danh Vo (nacido en Vietnam en 1975). Podemos decir que Casa Barragán nunca se ha visto tan genuina, tan vuelta a la vida. La idea de Danh fue dar una vista distinta a la casa, una más apegada a como era cuando el arquitecto vivía allí, antes de que se convirtiera en una casa-museo. Es decir, el artista quitó alfombras, cortinas, movió muebles, abrió baños que habían permanecido cerrados y puso floreros. Por ello la intervención es más bien una serie de gestos (como la exageración de los arreglos de flores que Ana María, ama de llaves desde hace alrededor de 57 años, siempre puso durante la vida del arquitecto) que aluden al fantasma del arquitecto en sus mejores años de vida.
Danh Vo quitó algunas alfombras de protección para mostrar el rastro de luz sobre los pisos a lo largo de los años. Cerró algunos baños, abrió otros que no se conocían. Y en toda la casa puso floreros con plantas del jardín, como le gustaba al arquitecto. Luego puso velas rosas –pintadas con grana cochinilla– en la parte Este de la casa para dar un aire ceremonial al recorrido.
Estos mínimos gestos, como de alguien que vive en esa casa, son una insinuación a vivirla como quizás (muy probablemente) la vivió el arquitecto, y a olvidarnos por un momento del museo. Los muebles que normalmente estaban en una habitación pasaron a estar en otra y así a cobrar nueva vida. La parte de atrás de una silla Miguelito, por ejemplo, no se veía porque estaba recargada contra una pared pero ahora es protagonista y se llena de luz en la sala de abajo.
Danh Vo movió cosas de lugar basado en fotos antiguas de la casa que tomó Elizabeth Timberland en 1952. La luz es una cosa aparte. El artista hizo retirar cortinas en el algunos cuartos, alfombras en otros… Y Casa Barragán nunca había estado tan luminosa y, por su luminosidad, amplia.
Jardín con palomas al vuelo es una exploración de la memoria secreta de los objetos y de la gente que ha habitado esa casa.
Primera parte: los gestos
La primera parte está formada de sistemas invisibles que trabajan detrás de escena para asegurar que la casa funcione. Las tareas de conservación, las alteraciones sutiles a las rutinas de mantenimiento (como la remoción de alfombras, la restauración acelerada de algunos muebles y espacios o la habilitación de secciones que se mantienen cerradas al público, como algunos baños). Las flores.
Casa Barragán es como una formación geológica donde las capas temporales se van dibujando, y Danh Vo nos las enseña. Así también señala la impermanencia del discurso museográfico y lo vuelve a la vida.
Segunda parte: las velas
Hay velas rosas, altas, alumbrando rincones del lado Este de la casa (donde menos pega el sol) en una suerte de insinuación ceremonial. Para obtenerlas fueron a Oaxaca para mandar hacer velas de cera de abeja con unos maestros cereros que trabajan con tintas naturales y cuya tradición está por desaparecer. Las velas son rosas por la grana cochinilla y cuelgan en las paredes del estudio de arquitecto como reposición para las que se van consumiendo dentro de la casa.
Las velas que alumbran toda la casa son rosas y altas. Aluden al linaje histórico de la tintura con grana cochinilla (técnica prehispánica que sobrevivió al Virreinato) y evocan también el carácter ceremonial de la fe católica ––tema central en la vida y obra de Barragán.
Con estas velas, que se van consumiendo a lo largo de la exposición, el visitante puede conocer la Casa Barragán de noche sin luz artificial.
El estudio
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Ahorita hay una exposición de Danh Vo en kurimanzutto (noviembre 2019).