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El Gato Volador: un puesto de espectaculares tacos de banqueta (de 10 pesos)

El Gato Volador es una taquería de banqueta que abre las 24 horas y es muy especial. Sólo tiene 4 opciones de relleno, pero sus cazuelas con guarniciones hacen que las posibilidades de un buen taco sean infinitas. El puesto está en la esquina de Insurgentes y Álvaro Obregón, en medio de otros puestos de tacos al pastor, de guisado y uno de pescados y mariscos. De hecho, los dueños de cada puesto se pusieron de acuerdo para que ninguno vendiera lo mismo que el otro. Así les va bien a todos, dicen. De todos, el Gato Volador tiene exclusividad en carne enchilada, alambre, birria y longaniza.
vendedores gato volador

Si uno lleva prisa, comer en el Gato Volador es ideal, pues los vendedores atienden siempre rápido y bien.

Quizá la ubicación no tenga buena pinta. Todos los días hay coches pasando por ahí y a veces el agua de lluvia se combina con la grasa del suelo creando charcos con mucha consistencia. Pero aún si enfrente están los legendarios tacos Orinoco, el Gato Volador siempre está lleno. Sus tacos, además de ser baratos (valen $13 pesos), están bien servidos y no vienen en esas tortillas miniatura de todas las taquerías. Los sirven justo como debería ser un taco de banqueta.
Tacos en el gato

Tacos de carne enchilada.

Frente a la parrilla de lámina están formadas las cazuelas con guisos como papas, frijoles, nopales y cebollas toreadas. En caso de que uno quiera comer “más light” siempre puede contar con la clásica ensalada taquera de rábanos, pepino y cebolla. También puede optar por no poner nada más que salsa. Ahí cada quién arma su taco como mejor le convenga.
las cazuelas en el gato

No importa la hora, las cazuelas con guarniciones nunca se quedan vacías.

Con todo, podemos decir que si uno llega al Gato Volador con $100 pesos, puede comer muy bien y balanceado y todavía le sobra para comprar un dulce en el camino o, por qué no, invitar la comida de otra persona. Por supuesto, nunca faltan las personas que al pedir su cuenta se sorprenden por el precio, pero ante la sorpresa, el dueño siempre responde lo mismo: “siempre trato de servirles bien y cobrarles poco, al final eso es lo que los hace regresar”. Creemos que tiene razón. Sobre su nombre no sabemos mucho, queremos pensar que se inspiraron en esa canción de 1998 que cantaba el Chombo.
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