Describiríamos Pollo Bruto así: un lugar amarillo de pollo banquetero bien hecho, limpio y satisfactorio. Además, en los poquitos meses que lleva abierto, ha creado un magnetismo especial en esa esquina de la Roma Sur: no hay manera de que no te llame la atención y lo quieras probar. Y, definitivamente, hay que probar. Pollo Bruto es para comer un placentero pedazo de pollo asado y sentirse alentado a regresar muchas veces.
El acierto más grande de Pollo Bruto (además del diseño del lugar y del logo) es su sencillez: no pretende ser un lugar innovador con “recetas fusión”, como hay tantos, si no ser un espacio donde la ejecución sea lo que importa. Donde cada platillo del menú es preciso y delicioso… Y hay para todos los gustos, incluso para los vegetarianos.
El menú rico de Pollo Bruto
Hay muchas formas del pollo y del queso panela asado a la parilla. Y hay 3 tipos de adobo: el amarillo, en verdad riquísimo y no pica mucho; el verde, que pica bastante y tiene algo agridulce; y el rojo, que es el más clásico con chiles secos y especias. Tú eliges qué adobo quieres y qué presentación de pollo o queso.
Puedes pedir un cuarto de pollo, la mitad o un pollo entero (partido, claro). También hay platillos especiales (con pollo o queso), como el tornillo: una especie de burrito en tortilla de harina hecha en casa con frijolitos, arroz y pico de gallo con tabule y elote. O el taco de pollo, recomendadísimo por el equipo de Local.
Ese pico de gallo, por cierto, se puede comer a cucharadas, como ensalada.
También desde luego hay consomés y calditos estilo tlalpeño. Y el postre es una cosa que vale la ida y la vuelta a Pollo Bruto, estés donde estés: es una galleta suave asada a la parrilla, rellena con un congelado de limón y malvavisco quemado. Tienes cerveza Carta Blanca, mezcal y limonadas fresquísimas.
Pollo Bruto nació, al igual que tantas cosas buenas de comer, como resultado de la pandemia. La casa donde está es una propiedad hermosa de dos pisos que originalmente iba a alojar un restaurante llamado Voraz, de los mismos socios, pero tuvieron que detener la marcha e inventar algo más rápido para adaptarse a las circunstancias. Así nació Pollo Bruto. Y se quedó. Y se queda para siempre.
El pollo del logo cae bien, como si escuchara la misma música que tú.
El proyecto de Voraz sigue en pie y existirá algún día, y definitivamente iremos a probar porque los jefes de cocina son los exsous chefs de Cosme y porque el chef, Emiliano Padilla, ya probó hacer las cosas muy bien. Por lo pronto tenemos que esta esquina amarilla de Pollo Bruto es un acierto para una ciudad que necesita consuelo, satisfacción y comida rica, bien hecha.
Antes de Pollo Bruto, Emiliano Padilla, que por cierto es hermano del creador de los tacos Orinoco, estuvo en NY trabajando para la chef April Bloomfield (pionera del gasto-pub), luego, por recomendación de ella, estuvo en el mismísimo Noma, luego en Tokio en un restaurante con 3 estrellas Michelin, luego se puso a hacer música y ahora en México tenemos esta banqueta de pollo rico y nos esperan cosas exquisitas.
Para ver el menú completo o pedir a domicilio, entra aquí.
Su Instagram: @pollobruto