Cada nicho tiene el festival que se merece. En días pasados, los comentarios de muchos se enfocaron en que NRMAL tuvo el cartel más original: una propuesta que combinó música psicodélica y foodtrucks con mascotas y Nikes.
Los protagonistas de la música fueron bandas que son casi de culto hasta bandas jóvenes que hicieron bailar a todos con géneros –desde r&b hasta synth pop–. Todo empezó con Dorit Chrysler y su excéntrico theremin –instrumento ruso que funciona con ondas electromagnéticas, sin contacto físico–; después Circuit des Yeux se apropió del escenario para luego dar paso al pop de Clubz, el r&b en español de Jesse Baez, Porches, Moon Duo y The Brian Jonestown Massacre.
[arve url=”https://www.youtube.com/watch?v=H1ta4MOPssE” mode=”lazyload” title=”El rollo” description=”Video de Clubz” upload_date=”2017/16/03″ play_icon_style=”circle”/]
Entre concierto y concierto nos topamos con el espacio de Nike. Ya se veía la presencia de la marca en los casi-uniformes de muchos, pero su curiosa instalación exponía esta moda: los 100 pares favoritos de Mauricio Espejel, el mayor coleccionista de Nike AirMax de México. Y eso no es poco. Dicen por ahí que demasiadas opciones pueden matar a un hombre, pero Espejel tiene 250 pares de Max Airs para elegir casi casi uno para cada día del año. Y sigue vivo. Y se le ve feliz.
Buscamos ese día a Espejel pero no llegaría hasta el domingo porque había dormido afuera de LUST, la tienda de tenis en Polanco, para ser de los primeros en comprar los nuevos AirMax 1 Master (en los que de hecho colaboró con el diseño). Pensábamos que esa era una práctica oriunda de Estados Unidos, pero al parecer se ha contagiado a la Ciudad de México. Para este sneakerhead que compra sus tenis en México, Japón, Estados Unidos, Europa, en grupos de Facebook, Amazon –o donde sea posible– no es algo extraordinario. No por nada la marca le ha dado el título de AirMax Master.
Los tenis son parte fundamental de su personalidad. Hoy lo representan, asegura. Su relación íntima, casi fetichista con estos objetos es un claro síntoma de nuestros tiempos. El coleccionismo ha cambiado radicalmente al igual que la manera en que nos identificamos con una marca, con un objeto, y nos construimos a partir de ellos.
NRMAL, además de uno de los festivales mejor organizados y más propositivos, siempre ha sido un mapa clarísimo para leer el presente de la cultura pop y, desde luego, las tendencias por venir. Si cada nicho tiene el festival que merece, este no pinta nada mal.