Lejos de la zona de moda se esconde el Bósforo, un lugar lyncheano con cuarenta tipos de mezcal artesanal y gastronomía de exploración prehispánica.
Austero y sin pretenciones, atestado de universitarios.
Fiesta cantinera toda la noche.
Un restaurante bar ideal para una buena charla cargada de buen vino.
Decoración kitsch, show travesti y proyecciones jocosas: el Marra.
Un bar con una variedad de tragos, vinos, martinis y cervezas.
Uno de los pocos espacios para escuchar jazz nacional e internacional en la ciudad.
Un clásico de la cultura gótica en donde la fiesta está asegurada. A esta casona de tres pisos y maderas crujientes, llena de salones laberínticos, ya no sólo acuden los afines a la cultura gótica, punk, metal y psychobilly, sino miles de curiosos, vestidos no precisamente de negro.
El ex-Cultural Roots es ahora Salón Calavera.
Ubicada en la Plaza Garibaldi, aquí la fiesta está garantizada.
Es cantina, restaurante, foro cultural y hasta tienen su propio sello editorial: Mantarraya Ediciones.
Una cantina de las tradicionales. Muy buen servicio y alimentos.
No estamos seguros si alguien no ha ido a esta cantina, pero es una muy buena opción si no tienes mucho presupuesto.
Un hermano del Río de la Plata, en donde se come muy bien.
Uno de los bares más elegantes del centro, eso sí, sin pretensiones.
En La Faena no sólo el servicio es bueno, las botanas son mejores y puedes escuchar música en vivo.
Como antro o restaurante, el Pasagüero ha sido espacio de grandes conciertos y fiestas.