Minúsculo el espacio, Marte te obliga a pegarle una y mil repasadas a los tres racks y medio que exhibe; cuatro si contamos el de hombre, antes de concluir misión e irte definitivamente. Estás pagando y te atrapa otra vez, no sea que por despiste de un ojo mal entrenado se te vaya a pasar alguna maravilla vintage y mala suerte, justo la encuentre la chica que acaba de entrar. ¿Cómo no la viste antes? Pasa.
Slow Fashion vs Fast Fashion
Marte es otro valiente ejemplo de la Toma de Bastilla que le está haciendo la generación millennial al ojalá pronto Antiguo Régimen del consumo fast fashion.
La nueva tienda alza como bandera “la economía circular y el consumo de moda sustentable a través de la compra y venta de ropa reciclada”. Comprar ropa reciclada es un acto de rebeldía, proclama su manifiesto, contra la destrucción de nuestro planeta y el abuso a los trabajadores de la industria textil.
“…Hacer un par de jeans requiere 10,000 litros de agua – el equivalente a lo que toma una persona en 10 años. Aunado a la cantidad de recursos que utiliza para operar, la industria textil genera el 20% de las aguas residuales mundiales cada año, y es responsable del 10% de los gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global…”
Liliana Galante y Gisela Kenigsberg acaban de aterrizar este emprendimiento en la Roma; no tiene un mes de inaugurado y ya están planeando el segundo Marte, Las Pacas de Marte, porque en éste ya no tienen espacio y la respuesta del público ya se les fue de la órbita esperada.
La propuesta de Marte
Aquí puedes vender o comprar ropa usada pero en excelentes condiciones. Ni exclusivamente vintage ni necesariamente de diseñador (aunque hay mucho de esto), alguna joya espera ser re descubierta para su segundo ciclo de vida en su próximo clóset.
Muchas veces Zara (de sus mejores épocas) –y no tantas Rapsodia porque se van rápido–, algunas otras Adidas en edición limitada a sólo una puesta de su dueña anterior o María Cheres provenientes de Argentina -donde si te los quieres llevar dejas a cambio el sueldo entero del mes- . Hay un montón de marcas de aquí y de allá en Marte. Tan justo como para que te quedes con las ganas y tengas que volver.
Suerte la nuestra cuando hallamos un Sandra Weil corseteado al inconfundible estilo de la diseñadora mexicana. Y como ya nos lo llevamos, te lo mostramos como un ejercicio empírico de lo que puedes encontrar.
También hay tenis contemporáneos y zapatos únicos de esos como los hacían antes, con la etiqueta y la marca -que solía ser nombre de mujer- en cursiva y en dorado. Si te los pruebas y te quedan es una señal. Recordamos que estamos aquí con la consigna de no comprar por comprar, de desestimar el consumo acumulativo y de preguntarnos, antes de llevar a cabo la práctica de la compra, si realmente necesitamos esto.
¿Qué más?
Que no sólo puedes ir en perfil comprador. Puedes llevar tus prendas que ya no usas y en el momento las dueñas seleccionan cuáles quieren y te las compran al 25% de lo que las van a revender. No faltará quien opine que qué poco el 25, pero recordemos que esa prenda había adquirido calidad de bulto en el estante.
El criterio de selección es amébico; responde al gusto meramente caprichoso –puede darse el lujo– de las dos socias. La aduana de selección palpa prenda por prenda a lo Marie Kondo y se pregunta “¿usaría yo esto en algún momento?” Si la respuesta es sí, pronto lo verás colgado en Marte; si es no e igual lo quieres dejar, ellas se encargan de reunir todos los nos y donarlos.
La primer tanda de donaciones fue para los migrantes recién llegados, la segunda para la Junta de Asistencia Privada del Gobierno de la Ciudad y la próxima será al Centro de Asistencia e Integración Social “Cascada”.
Algunos de nuestros hallazgos
Te mostramos lo que más nos gustó y te anticipamos que Las pacas de Marte, comming son, van a tener precios más bajos -de $100 a $300.
[snippet id=”52942″]
.
Más en Local.mx:
Acaba de abrir 11:59, una marca en la Zona Rosa de ropa (exclusivamente) vintage