La Nature abrió en 2016 con dos premisas: valorar el campo mexicano y reducir la huella de carbono en la ciudad. “Vida sin basura” es la frase que acompaña desde ese entonces a Laurence y su pareja, quienes comenzaron este proyecto que se mueve según sus necesidades. Un proyecto muy cerquita a ellos, donde nada (nada) tiene desperdicio. Aquí venden productos riquísimos de granja y orgánicos en envases de vidrio retornables, que nos facilitan mucho tener una vida sin basura.
Sus productos estrella son los mismos con los que comenzaron: productos lácteos, de granjas de libre pastoreo y vacas que sí conocen el pasto, que son (sin exagerar) extraordinariamente ricos. Hay huevos de Querétaro, quesos de Zacatlán de las Manzanas, leche y crema fresca del Ajusco, leche y queso de cabra de Chimalhuacán, mantequilla y ghee butter, yogurt natural o yogurt con chai, maple, miel de abeja o compotas que ellos mismos hacen. También ofrecen una gran variedad de leches vegetales sin azúcar.
Conforme pasó el tiempo llegaron más productos y La Nature abrió su propia cocina de cosas como compotas, que no llaman mermeladas con justa razón: estas son 90% fruta, a diferencia de las mermeladas son 50 y 50. Las hay de guayaba y hierbabuena, papaya y jengibre, higo y vino tinto, pera y de temporada. También hacen mostaza antigua con arúgula (que se nos antoja muchísimo) y estofados veganos o vegetarianos caseros y con muy buen sazón, que envasan al alto vacío. Hay salsas, ratatouille, ragú, risotto, frijoles, lentejas y caldos.
Pronto llegaron también productos a granel: granos, raíces y especias que mantienen en envases de vidrio. Y algunos productos (todavía) raros en México pero muy buenos para la salud, como el ajo negro (y una salsa de ajo negro con chiles que recomendamos mucho). Procuran que los productos vengan de campos muy cercanos. Lo más próximo a la ciudad posible. Por ejemplo, el aceite de oliva es de Milpa Alta (nunca imaginamos que tan inmediato a la ciudad hacían aceite), la miel melipona de Cutzalan.
El pan de masa madre y sus galletas de mantequilla las hacen con puro producto entero. Delicias para llevar. Cada galletita cuesta $3 pesos y la receta es herencia de la abuela de Laurence, perfectas para acompañar una bebida. Tienen café para llevar al gusto, latte y capuchinos muy espumosos con leche de vaca, cabra o leches vegetales.
No es exageración decir que en La Nature no hay desperdicio. Luego tienen algunas iniciativas, ideas que quizás no se le ocurren a cualquiera. Por ejemplo, la marca de jabones con la que trabajan, les comenzó a traer los residuos de jabón que quedan al cortar las barras. Ellos los venden barato por kilo y es, según Laurence, una alternativa perfecta para el jabón de platos. Venden, desde luego, detergentes biodegradable a granel, cremas para el cuerpo, etc. Uno que nos llamó la atención es el jabón íntimo de kombucha, que comparte vitrina con otros productos íntimos y geniales: rastrillos de verdad, toallas femeninas de algodón (que son más higiénicas de lo que suenan), copas menstruales, pañales de tela, cepillos dentales, corporales, exfoliantes, popotes de bambú.
Además de que los precios son bastante buenos –acorde a sus dos premisas, beneficiar al productor y facilitar al comprador–, La Nature nos recompensa. La primera vez hay que pagar un poco más por el envase pero al regresarlo te reembolsan $10 o $15 pesos, dependiendo del tamaño. De modo que si uno se vuelve cliente recurrente, de pronto sale de ahí sin pagar casi nada. También tienen servicio a domicilio, sólo es necesario contactarlos al 5538622039.
Nos gusta La Nature porque desde su pedacito en la Juárez nos facilita (a los capitalinos despavoridos) tener una vida con más ligera. Aquí nada hace daño, todo hace bien.
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