Entre los espacios de arte que existen en la ciudad, Casa Equis es aire fresco. Una casa sin nombre ni apellido, que entonces se permite ser un espacio cotidiano, intuitivo. Más cercano a un departamento que a una galería, la casa es cálida y amigable: si tocas el timbre del número 4 de Dr. Enrique Martínez 7, los artistas Diego Beyró y Carleti López Traviesa –y su perrita Roma– te reciben como te recibe un amigo a su casa.
Es un edificio cualquiera en la Santa María la Ribera, casi llegando a San Cosme, que comparte el número 7 –es común que lo confundan– con un popular hotel de paso del barrio. Sin embargo, el departamento es afortunadísimo, como muchos que todavía se encuentran en esa zona de la ciudad: está lleno de luz y lo rodea un hule precioso. Por si fuera poco, la vista es hacia el Museo del Chopo.
En la sala y comedor están las exposiciones, que cambian constantemente. En una recámara vive uno de los fundadores, otra es un estudio que funciona como espacio para residencias de trabajo y la tercera es una “oficina” donde generalmente se reúnen a convivir. Pero hasta en la cocina hay obra. Dicho esto, Casa Equis está lejos de ser una galería común, y Diego y Carleti están lejos de ser galeristas comunes: no representan artistas sino que representan la obra precisa que se expone en el espacio.
El criterio para seleccionar a los artistas (o más bien la obra) es muy personal, casi como la de un coleccionista. “La obra preferimos que sea gráfica, no conceptual; obra que pueda ser apreciada por alguien que no está dentro del mundo del arte, porque eso es parte de la intención del espacio” dice Carleti. “Pero que tampoco sea meramente decorativo”. Los anfitriones están en una constante búsqueda y receptivos a nuevas propuestas. Conocen a los artistas, traen obra, platican y el proyecto de cada uno que está ahí.
Las muestras funcionan así: algunas veces son de artistas que invitan a tomar el espacio y experimentar un poco más. Otras es el resultado de los artistas que llegan a hacer residencia artística allí (no de estancia, solo como espacio de trabajo), que cierran con una exposición individual. Pero las muestras que pueden resultar más interesantes son los pequeños mercados de arte que organizan, pues –como pocos espacios en el circuito del arte– son una genuina invitación a coleccionar. Aunque si uno la visita un día cualquiera, puede comprar obra de artistas visuales que trabajan con pintura, dibujo, fotografía y collage. Y a buen precio.
Durante algunos fines de semana, en las paredes cuelga obra que cuesta desde mil hasta 20 mil pesos –la mayoría está entre 3 mil y 6 mil. Estos precios varían sobre todo por el formato pero también por la trayectoria. Allí uno encuentra obra de artistas jóvenes, algunos más conocidos que otros, que trabajan con pintura, dibujo, fotografía y collage.
Casa Equis también busca tener relevancia en la escena artística de la ciudad, que sus fundadores, ambos extranjeros, consideran vital. En su agenda está el taller de los martes: reuniones de artistas que muestran su obra y la discuten. Aunque este espacio se reserva a artistas, su existencia nutre la frescura que uno experimenta cuando la visita.
* La casa está siempre abierta al público, solamente hay que escribir a diego@casaequis.com y pedir que te reciban.
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