La embajada de Estados Unidos está demasiado presente en nuestro espacio vital. Es casi imposible ignorarla… aunque a veces uno preferiría. Ocupa más de media cuadra en la Cuauhtémoc entre la Av. Reforma y Río Pánuco, Río Danubio y Río Sena. Así es su naturaleza, expansiva: crece y va apropiándose de los edificios y calles colindantes. Ahora ya se adueñó, por ejemplo, de Río Papaloapan, Río Danubio y parte del camellón de Reforma, argumentando cuestiones de seguridad. Es difícil acercarse a ella, especialmente porque han instalado estructuras metálicas a su alrededor que obstruyen banquetas, camellones y las calles mismas además de los policías, las cámaras y otras parafernalias de seguridad que utilizan para protegerla. También resulta difícil admirarla sin sentirse incómodo. El edificio en sí no es feo. Es un rectángulo que por su cimentación parece que está flotando y tiene una fachada cubierta de losas rectangulares de mármol blanco con vetas grises. Es un buen ejemplo de arquitectura institucional modernista de los sesenta.
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Todas las embajadas que ha sido la embajada
La historia de la embajada de Estados Unidos en México tiene casi 200 años. Empezó cuando México y Estados Unidos establecieron relaciones diplomáticas en 1822. En ese año, el presidente James Monroe, conocido por su infame doctrina de “América para los americanos”, reconoció al gobierno imperial de Agustín de Iturbide. Pero hasta 1825, con Guadalupe Victoria ya como presidente, Monroe nombró a un enviado especial y ministro plenipotenciario para cumplir con las tareas de embajador. Joel Poinsett, el seleccionado, tenía su residencia frente a la Alameda Central (en la calle que hoy se conoce como Dr. Mora) y vino con la misión de sondear al nuevo gobierno y fomentar los intereses estadounidenses en la región. Entre ellos estaban proponer que se les vendiera los estados del norte del país. Es sabido que, al no lograr su cometido tuvo que ser destituido de su cargo en 1829.
Después de Poinsett desfilaron más de 20 enviados y ministros de Estados Unidos que participaron en diversas hostilidades hacia nuestro país: la anexión de Texas, la guerra México-Americana y la primera intervención norteamericana (donde fue usurpado más de 50 por ciento de nuestro territorio). Como consecuencia, ambas naciones rompieron relaciones diplomáticas dos veces (1836 y 1845).
Es hasta 1898, durante el Porfiriato, que la misión estadounidense en México se elevó al rango de embajada y Powell Clayton se convirtió en el primer embajador oficial. La sede de la embajada pasó primero a la calle Buenavista 4 (muy cerca de lo que hoy es la delegación Cuauhtémoc) y luego se mudó temporalmente al Palacio del Cobián en Bucareli en 1909.
A inicios de la Revolución, en 1913, el embajador norteamericano Henry Lane Wilson conspiró contra el presidente Francisco I. Madero y organizó dentro de la embajada la firma del pacto de la Ciudadela, donde se desconoce al gobierno de Madero y se designa al general usurpador Victoriano Huerta como nuevo presidente.
En 1923 la cancillería norteamericana se trasladó a una casa colonial francesa en la calle Londres 102 (donde hoy está una dependencia de la Secretaría de Gobernación). Tan sólo un año después, la embajada se volvió a cambiar de domicilio a Niza 53, al primer edificio construido por los norteamericanos específicamente para alojar su legación. Esto con la donación que hizo la esposa de Edward L. Doheny, un magnate petrolero y capitalista sin escrúpulos que se enriqueció a partir del petróleo mexicano.
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses tuvieron que ampliar su embajada. En 1951 la embajada, el consulado y otras agencias del gobierno se mudaron a un edificio modernista de los arquitectos Mario Pani y Jesús García Collantes en Reforma esquina con Lafragua, enfrente del Hotel Imperial. También ocuparon los inmuebles de Av. Paseo de la Reforma 31 y 35, Lafragua 4, Ponciano Arriaga 11 y la construcción en Niza.
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Un fuerte para contener el comunismo
Ya en los sesenta, en medio de la Guerra Fría y ante el triunfo de la Revolución cubana, los norteamericanos se obsesionan en contener el comunismo en la región y mantener a América Latina lejos de la órbita de influencia de la Unión Soviética. Por ello construyeron en México la segunda embajada norteamericana más grande del mundo; después de la de Londres. La construcción comenzó en 1960 a cargo de una constructora mexicana, algo que probablemente sería imposible el día de hoy. Los constructores usaron mármol de Carrara para cubrir interiores y fachada a petición de los norteamericanos.
La embajada se inauguró el 20 de julio de 1964, durante las presidencias de Lyndon B. Johnson y Adolfo López Mateos. A la inauguración no asistieron ninguno de los presidentes, sólo el canciller mexicano José Gorostiza y el secretario adjunto del Departamento de Estado de E.U.A, Dwight J. Porter. Ésta es la embajada que sobrevive hasta nuestros días en Av. Paseo de la Reforma 305.
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2,200 empleados y más de 30 agencias y departamentos federales
En sus casi 60 años de vida, la embajada de Reforma 305 ha hospedado a catorce embajadores, entre los que han habido diplomáticos de carrera, actores de Hollywood, empresarios, académicos y políticos de profesión. Sólo uno de ellos ha tenido que renunciar a su puesto (Carlos Pascual en el 2011 por las revelaciones filtradas en el portal Wikileaks). La embajada ha pasado de tener aproximadamente 500 empleados en 1964 a más de 2200 hoy en día, que trabajan en las más de 30 agencias y departamentos federales: la Administración para el Control de Drogas (DEA), la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF), la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID), la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), la Agencia de Aduanas y Protección de Fronteras, el Servicio de Alguaciles, el Ejército, la Marina y los Guardacostas, entre otros.
Hoy funciona también como centro de espionaje, con presencia de agentes y oficiales del Departamento de Defensa (Pentágono), de Inteligencia y, sobre todo, de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). La embajada también tiene servicio de salud pública de EUA, un centro meteorológico y un centro regional del libro. Obviamente no podemos olvidar la sección consular que emite las visas: de cerca de 215,000 visas que se emitieron en 1964, para el 2014 se emitieron más de 1.8 millones.
Desde la embajada se han negociado el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), el Plan Mérida y otras lastres de nuestra historia. Ha sido también el escenario de constantes manifestaciones y protestas: por la separación de niños migrantes latinoamericanos de sus padres y en contra de la reforma migratoria del gobierno de Trump, por la invasión estadounidense a Irak, en contra del TLCAN, entre muchas otras.
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Nueva sede en Polanco para la embajada de Estados Unidos
Es importante señalar que la embajada está planeando mudarse a una nueva sede en Nuevo Polanco para el 2022, en un espacio de 3.4 hectáreas ubicado en Presa de la Angostura, muy cerca de Grupo Carso. Tod Williams Billie Tsien Architects / Davis Brody Bond Joint Venture de Nueva York son los arquitectos del proyecto, mientras que Caddell Construction Company de Montgomery, Alabama, es el contratista de la construcción. La obra costará aproximadamente 943 millones de dólares.
Así que cuando pases cerca del edificio de la embajada piensa en las miles de historias, intereses y relaciones que han convergido allí dentro. Además, también recuerda los miles de sueños que transitan por allí diariamente en la sección consular. Mi sueño personal es que, si bien hasta ahora la relación entre ambas naciones ha sido tormentosa y accidentada, en un futuro cercano me gustaría que se transformara en una relación de respeto, igualdad y simpatía.
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