GUÍA DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Adiós al Beverly Hills mexicano, adiós a las palmeras de la Narvarte

Aunque una y otra vez nos repetimos que el cambio es la única constante en esta vida, eso no significa que sea un hecho fácil de aceptar. En la colonia Narvarte, los vecinos se resisten a reconocer que las palmeras que han adornado sus parques y jardines durante casi 70 años estén a punto de desaparecer, y para siempre. Desde hace algunos años, se ha desatado una plaga que consume de manera rápida e irrevocable estos ejemplares de hasta 13 metros de altura, que en su momento intentaron emular la sofisticación y gracia de Beverly Hills.

No existen documentos oficiales al respecto, pero se dice que las primeras palmeras que llegaron a la Ciudad de México lo hicieron a principios de la década de los cincuenta. Se atribuye esta iniciativa al ex presidente Miguel Alemán, quien quedó maravillado tras una visita a Los Ángeles, donde los bulevares estaban adornados con plantas de esta especie. Impresionado por la fenomenal vista, decidió replicar la misma traza urbanística y paleta vegetal en la capital mexicana.

Como resultado de su admiración, colonias como Polanco, Anzures, Lindavista, Álamos y Lomas de Chapultepec adquirieron un estilo californiano que incluyó la plantación de palmeras en las avenidas principales. La ventaja de estas palmeras es que, desde un punto de vista arquitectónico, no obstruyen la visión de los edificios.

Hablando particularmente de la alcaldía Benito Juárez, a la que pertenece la colonia Narvarte, algunas de las palmeras que hoy están al borde de la extinción llegaron a la zona en 1954, después de la visita del entonces emperador de Etiopía, Haile Selassie. Como un gesto de buena voluntad y para fortalecer la relación entre ambas naciones, Selassie trajo consigo varias palmeras etíopes que inicialmente se ubicaron en la Avenida Xola. Sin embargo, en 1978, fueron retiradas para dar paso a la construcción de ejes viales y posteriormente reubicadas en las inmediaciones del Parque de las Américas, donde prosperaron durante casi 50 años.

Pero ahora, en pleno 2023, las cosas son muy distintas. Las atribuciones son diversas (cambio climático, escasez de recursos y contaminación ambiental), pero lo que realmente está matando a las palmeras de la Narvarte y de toda la ciudad es una enfermedad conocida como Amarillamiento Letal del Cocotero, que hasta el momento no ha podido ser controlada y que puede terminar con una palmera en tan solo 3 meses. Se trata de un parásito vegetal que se transmite a través de un insecto que deposita sus larvas y se alimenta de estos ejemplares.

Tan solo en la alcaldía Benito Juárez, 155 de los 200 ejemplares existentes han contraído esta enfermedad, y los planes de remoción ya han empezado, pues suponen un riesgo para la ciudadanía. En julio pasado, la tristeza se apoderó de la Narvarte luego de que las palmeras infectadas sobre el camellón de Dr. Vertiz fueron taladas, ante la mirada atónita de los colonos. En su lugar se sembrarán otras especies como ébanos, astronómicas, duraznillos y olmos, pero nunca más palmeras. “La Narvarte ya no será la Narvarte sin las palmeras. Es quitar la esencia de la colonia. Un distintivo de la ciudad, de nuestra zona”. 

En una ciudad como la nuestra, una palmera llega a vivir de 50 a 60 años, frente a la expectativa de vida que tienen en su entorno natural, que puede llegar a ser de hasta 300 años. Un caso especial fue el de la palma de la glorieta de Paseo de la Reforma, que rompió la marca de los 100 años, llegando a disfrutar de un tercio de la vida que le fue prometida, hasta que un hongo acabó con ella. Aunque es cierto que el gobierno de la Ciudad de México ha destinado un presupuesto de varios millones de pesos para su recuperación, varios expertos en la materia aseguran que esta generación será testigo de la extinción total de las palmeras en la Ciudad de México, sin que se pueda hacer nada al respecto. 


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