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Borsch, chucrut y kompot: un brunch improvisado en Kolobok

Hay algo hermoso en que el brunch no sea desayuno ni comida, sino algo estival. Solo se puede disfrutar en días cuando la vida no parece tan apretada. Cuando eso suceda, considera al restaurante Kolobok que, desde hace 23 años, ha sido el principal promotor de la comida rusa en la CDMX y que esconde un brunch memorable si te animas a explorar su menú.

Comienza tu brunch en Kolobok con un pan de centeno bien untado en mantequilla y sardinas. La mezcla de sabores agrios y texturas crocantes es revitalizante, y la puedes complementar con canapés de caviar rojo o salmón. No dejes de pedir los pepinillos hechos en casa o, si tienes ganas de un bocado más ácido, una orden de chucrut, platillo elaborado con col fermentada en salmuera.

¿Tiene usted un minuto para hablar de empanadas?

Una de las insignias de Kolobok son sus empanadas. Con ellas comenzó este negocio hace 23 años, cuando la señora Olga y la familia Leonov llegaron de Rusia e instalaron un puesto en el Centro de Idiomas de la UNAM. Las empanadas se vendieron tan bien, que poco tiempo después se establecieron en un local en la colonia Sta. María La Ribera, donde incorporaron más elementos a su menú. Hoy, el Kolobok cuenta con siete sucursales y es una insignia de la comida rusa en la CDMX. Las sucursales de Universidad, Escandón y Nápoles abren a las 10 am, así que son perfectas para brunchear a gusto.

Regresemos por un momento a las empanadas: son gorditas, tienen levadura y no escatiman en el relleno. Se sirven calientes, recién pasadas por un baño de aceite. En esta última visita, nuestras favoritas fueron las de papa con queso —las consentidas de los comensales— y las de espinaca con papa y carne molida.

No hay mucha Rusia por estos lares, pero Kolobok te ofrece un brunch inusual y una probadita de comida rusa en la CDMX.

Luego nos fuimos por una borsch, o sopa de betabel. El consumo de este platillo se extiende desde Kaliningrado, donde Rusia se encuentra con Polonia, hasta el Cáucaso, y continúa por Irán y Asia Central, terminando en algún punto de la isla de Sajalín, cerca de Japón. Su fama se debe, en parte, a que abriga todo el cuerpo y sosiega el espíritu. Si no se te antoja para un día caluroso, cada vez más frecuentes, puedes pedir la ensalada Olivier: una ensalada rusa con papa, zanahoria, huevo, chícharos, mortadela, pepinillos y mayonesa.

Hablemos de bebidas

No hay mucha Rusia por estos lares, pero Kolobok te ofrece un brunch inusual y una probadita de comida rusa en la CDMX.

En Rusia hay una gran cultura del té, en especial del té negro. En Kolobok lo sirven en una teterita que parece salida de una casa de muñecas y puedes pedirlo con una rodaja de limón amarillo. Para quien disfruta de bebidas bien dulces, está el kompot, o ponche frío de frutas secas. También hay cerveza rusa, vino o clericot.

Para cerrar, el pastel de miel es la gran estrella: hecho de varias capas de galletas, crema agria y miel, coquetea con lo empalagoso, pero una rebanada es una buena medida. Otras opciones son los blinis, que son unos hot cakes chiquitos que puedes acompañar de nutella, miel, cajeta o nuez; y los syrniki, panqués de requesón muy ligeros y esponjosos que pueden ir con crema, mermelada, miel o chocolate. Ah, también hay empanadas dulces.

Claramente un brunch no es suficiente para abarcar todo el menú del Kolobok. ¿Por qué no te das una vuelta este fin de semana para experimentar una probadita de la comida rusa en la CDMX?

Av. Universidad 538, Letrán Valle
Lunes a domingo | 10 am – 10 pm
Ig: kolobokmexico

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