En el terreno grandísimo que es el Parque Bicentenario hay nueve pedazos de tierra con ecosistemas distintos, inventados y perfectos. Un matorral xerófilo, cinco bosques diferentes, un desierto, un orquidario hermoso y una chinampa-tular donde cultivan, durante todo el año, plantas de ornamento y plantas comestibles. Si visitas este parque y te asomas a la chinampa un fin de semana, es probable que te toque llevar a casa algo de la cosecha.
El Parque Bicentenario, que está en los límites de las delegaciones Miguel Hidalgo y Azcapotzalco, fue una refinería hasta 1991, sin duda el más gris de los paisajes. Tras 10 años de abandono, en el año 2010 fue remediado y transfigurado en lo que es hoy. Sus vegetación, poco frondosa todavía, promete hacer de este parque el segundo pulmón más grande de la ciudad. Todo parece que así será y esta chinampa es un ejemplo de ello.
Las chinampas del Parque Bicentenario las construyeron como pequeñas islas artificiales, con una red de canales hechos de troncos, sedimentos del lago y vegetación en descomposición. Este mini paisaje flotante uno lo recorre caminando por un espigón largo de madera; una suerte de muelle que sostiene las chinampas. Hay todo tipo de plantas puntiagudas, color esmeralda, ahuejotes y nenúfares, lirios y hierbas.
Todo es, claramente, sembrado: ahuejote, sauce llorón, cola de caballo, papiro egipcio, flecha de agua, nenúfar y tule chinampero. La mayoría de estas plantas son de ornato, pero hay algunas, como la cola de caballo, que hace bien a los riñones, al estómago y hasta alivia el cansancio. El tule chinampero, por ejemplo, sirve para hacer petates y cestería.
El personal de Jardinería del Parque, que se encarga de realizar las labores culturales (deshierbe, aireado del suelo, nutrición y riego) y de cultivo para obtener cosechas a lo largo del año, rotando las diferentes plantas para cuidar la tierra de cultivo, reciclar nutrientes y evitar plagas o enfermedades.
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