Desde hace ocho años Yolcan trabaja para regenerar y revalorar las chinampas de Xochimilco. Nació gracias a dos amigos jóvenes e inconformes, Lucio Usobiaga y Antonio Murad. Y ha crecido, igualmente, por la voluntad que tienen de dejar un mejor lugar que el que les tocó habitar. Trabajan para salvar este territorio –el mayor cuerpo de agua que nos queda en la ciudad– por estar en su ciudad de origen, pero sobre todo por su herencia cultural y natural.

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Xochimilco se fundó en 1352 y desde ese entonces ha sido tierra agrícola. Su nombre en náhuatl significa “la sementera de flores”, y en ese paisaje lacustre –como alguna vez lo fue toda esta ciudad– los xochimilcas construían chinampas: pedazos de tierra, como islas sobre raíces de ahuejotes, árboles milenarios, al lecho del agua. Durante mucho tiempo, cuando la ciudad era mucho menos árida, los productos de Xochimilco llegaban por canales a los mercados del centro de la ciudad.

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El Ahuejote es un tipo de sauce acuático que aunque se corte, sus ramas siguen creciendo.

Esta antigua técnica agrícola fue prácticamente abandonada con el crecimiento de la mancha urbana, por la contaminación e industria alimentaria. Pero es importante que las chinampas se recuperen, no sólo por su historia sino por su papel en la ecología y alimentación. Entre otras cosas, esta técnica de cultivo aumenta la cantidad de orilla en áreas lacustres y por lo tanto, la riqueza de las especies.

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Especies raras de coles y lechuga.

Yolcan trabaja sus chinampas en media hectárea que se rehabilita todo el tiempo y la cosecha premia la calidad sobre la cantidad. Sus cultivos se llevan a cabo con una prolijidad milagrosa en estos tiempos industriales. El proceso de las chinampas :

– Sacan lodo de los canales.

– Lo enriquecen con harina de rocas y bocashi (abono orgánico)

– Lo dejan secar un día y cuando está seco y consistente, lo cortan en cuadros.

– Hacen huecos con los dedos en la cuadrícula y en estos surcos depositan la semilla, una por una, para que germine.

– Tres semanas después lo trasplantan para que termine su desarrollo en la “cama de cultivo” que se preparó previamente para que terminara de madurar.

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Surcos para comenzar el cultivo.

Un gran acierto de Yolcan es que promueve la independización de los campesinos, una vez que se sienta listo. Durante un año Yolcan financía las tierras de los ejidatarios, le da la semilla y garantiza la compra del producto. Después de ese año los campesinos son libres de venderle a quien prefieran. De esa forma empoderan a los productores, a quienes aseguran un mercado justo pero sin compromiso.

Yolcan recupera la técnica, la tierra y el agua, pero además hace frente a importantes problemas:

– Ambiental: remedia el agua y suelo del territorio en alianza con biólogos del I.P.N.

– Económico: elimina la intermediación, pues produce pero además comercializa. El comercio justo es redondo.

– Sociocultural: se ha devaluado la labor campesina y el consumidor está acostumbrado a consumir lo que quiera, cuando quiera, a un clic de distancia.

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En Yolcan hay tres tipos de consumidores: aquellos que son parte esencial del proyecto, pues asumieron parte del costo de la bioremediación, como Pujol, Contramar, Quintonil, Rosetta y Lardo, Palacio de Hierro y Máximo Bistrot. Los restaurantes que no patrocinan el proyecto pero que son fieles consumidores. Y los particulares, como lo podemos ser todos, que reciben una canasta semanal con productos de temporada, de diferentes familias de la red de productores de Yolcan.

La caja de Yolcan para consumidores particulares es una belleza, pues nos revincula con el alimento. Cada caja tiene un tercio de fruta de temporada, un tercio de bulbo como betabel, jitomate, calabaza, y otro tercio de hoja como espinaca, kale, lechuga o verdolagas. También se pueden agregar lácteos y tortillas de productores locales con un costo extra. Las canastas siempre varían y para ello vienen acompañadas de recetas que facilitan la preparación.

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Para que este ciclo comercial funcione, el compromiso de todas las partes es a largo plazo. Incluso el de los consumidores: uno se tiene que comprometer a comprar durante tres o seis meses y tiene un mes de prueba.

Hoy hay muchos proyectos similares que le dan a uno la sensación de que compra responsablemente. Lo cierto es que muchos de estos son sólo comercializadores. Yolcan es también productor, un pequeño productor, que se articula con los otros pequeños productores.

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Yolcan es un puente entre campo y ciudad donde se involucran toda clase de oficios y profesiones: biólogos, campesinos, ingenieros agrónomos, chefs y consumidores en general. Juntos revaloran otra actividad que constantemente es relegada en la ciudad: la labor campesina.

Dicen que cuanto más información uno tiene más responsable es. Al menos en las formas de consumir  Ahora queda hacernos una sencilla y poderosa pregunta: ¿a qué causa dejamos nuestro dinero?