Doña Natividad Soriano, “la Güera” , empezó a vender tacos en Estudios Churubusco desde 1942, cuando los estudios aún se llamaban Estudios y Laboratorios Azteca. Y también vendía tacos en los Estudios Clasa, otra importante casa productora. Es decir, ella es parte de la historia íntima del cine mexicano. Algunos de sus clientes habituales eran Javier Solís, Antonio Aguilar, Pedro Infante y Emilio “el Indio” Fernández, quienes grabaron sus películas más emblemáticas en esos estudios.
Antes de ser la taquería oficial del cine mexicano, la güera atendía con una canasta y dos banquitos (uno para ella y otro para su canasta). Y nos platicó que soportó todas las lluvias torrenciales de la época con un paraguas sobre sus tacos. También, desde luego, tuvo que aguantar a algunos directores que la sacaron de los estudios o incluso llamaron a la policía para que decomisaran su mercancía. Pero si algo tiene la buena comida es que incluso sabe ser justa con quien lo merece.
El 9 de julio de 1980, después de 35 años de llevar diariamente sus bancos y canastas, Doña Natividad recibió un local para que pudiera vender sus tacos sin problemas. Eduardo de la Bárcena, director de los estudios y fiel cliente de la güera, dio la orden de abrir un boquete en uno de los muros del estudio para que allí fuera la nueva sede de los tacos oficiales del cine mexicano. Como no se permitía ningún tipo de ambulantaje dentro de las instalaciones, el director decidió que la taquería formaría parte de ellas.
Unos tacos con tradición
Hasta hoy, el local de la Güera de Churubusco sigue incrustado en el mismo muro de los Estudios Churubusco, sólo que hoy lo atiende María Guadalupe Palacios, la nieta de doña Natividad. Al igual su abuela, María Guadalupe un tiene carácter fuerte. A sus clientes más despistados los regaña, no por ser grosera o malhumorada. De hecho es bastante cálida y entre taco y taco siempre regala una sonrisa.
Eso sí, después de pedir sus tacos, ya sean de milanesa, huauzontle, picadillo, chicharrón o cualquiera de sus 15 guisados, hay que dar un paso atrás. A la Güerita, como le llaman sus clientes, no le gusta tener gente comiendo cerca de las cazuelas. Ella sabe muy bien que el hambre empieza por los ojos, así que tiene todos sus platillos a la vista para que uno escoja el que más se le antoje.
Al igual que nosotros, muchos se enteraron de ella por Las crónicas del taco en Netflix. Al principio no entendíamos el motivo de sus “regaños”, pero poco a poco entendimos que, después de tantos años, los tacos de la Güera tienen una tradición inquebrantable. Doña María Guadalupe no te regaña, sino te enseña cómo pedir y disfrutar un buen taco de guisado.
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