Alba Cocina Local está del lado de la Juárez. El restaurante acaba de cumplir dos años en esa parte curiosa de la colonia, en donde el ruido se apaga y las calles son asombrosamente tranquilas. Una mini burbuja contra la multitud. Desde que Alex Cabral inició ese proyecto sabía que abajo (en el sótano de Alba) quería poner algo especial. Los primeros años estuvieron completamente dedicados al restaurante, pero hace unos días, por fin, abrió el sótano de Alba con una barra, 10 mesitas y muchos buenos vinos.
La idea de un bar de vinos llevaba un buen tiempo en la mente del chef, y después de una de tantas pláticas con Thierry Chouquet de Café Milou, decidió empezar la selección asesorado por el francés. Así es como la barra del sótano quedó llena de vinos raros y sorpresas, como un sake mexicano que sabe a ciruela y deja en la boca un gusto seco y dulzón.
Todo lo que entra a la carta de Alba –que no existe físicamente y más bien es lo que el bartender tenga en ese momento– es cuidadosamente elegido. La mayoría de las etiquetas son producciones pequeñas que uno tal vez no vuelva a ver por ahí y la selección no está casada con ningún estilo en especial. El bar de no es exclusivo de los vinos naturales, orgánicos, biodinámicos o franceses (aunque tienen opciones de cada uno de ellos). Alex quería un sitio que no estuviera limitado más que en el sentido de la calidad: vinos buenos y de muchos tipos.
El ambiente es informal y tranquilo; sin demasiadas preguntas ni complicaciones. En el sótano de Alba no hay meseros y para ordenar, uno se para directamente a la barra, hace unas cuantas preguntas y elige entre pocas opciones. Para probar varios tipos de vinos hay copas de 3 onzas o de 5, para algún favorito. La más barata está en 80 pesos y en general, los precios son muy accesibles. Hay opciones mexicanas, europeas y de algunas partes de Latinoamérica.
Lo que uno encuentre al ir lo define la temporada: hace unos días tenían una botella de un vino blanco sin filtrar de color naranja y cristalino. Además, hay un licor de agave de siete notas, que se llama Xila, y Nami, el sake mexicano que viene del norte del país. También hay cervezas, todas de proyectos nacionales.
Para acompañar, a partir de las 5 pm hay tapas sencillas y deliciosas que rotan tan seguido como los vinos, pues son el reflejo inmediato del menú del restaurante: cuando en Alba sirven pulpo abajo tienen la versión del platillo en tapas, y cuando sirven cordero, también. También hay un sándwich del día, a partir de que abren (1 pm).
En el sótano de Alba uno puede probar cosas diferentes casi todo el tiempo, y hay un encanto especial en que los vinos no tengan la pretensión de la permanencia. Ahí uno no va por viejos favoritos sino por opciones frescas, raras, de muchas partes del mundo. Todo de buen precio y en un sótano tranquilo a media luz.
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