LUR, que en vasco significa “tierra”, ofrece una carta de platillos fáciles de entender y muchos antojos caseros. Los chefs, Mikel Alonso y Gerard Bellver, la definen como una cocina con sabor a hogar. Sin un origen nacional determinado, esta propuesta culinaria nos trae recuerdos de algunos platos que se servían en nuestras casas. Es una cocina llena de sazón que usa técnicas antiguas y modernas para recrear platillos tradicionales.
La decoración es luminosa, con suelos artesanales oaxaqueños, paredes oscuras, sillones cómodos y ambiente familiar y relajado. En el piso superior hay una terraza estilo pérgola a la que se accede por un camino interno que lleva al cliente a pasar por las áreas de trabajo.
Para empezar ofrecen aguas frescas de sabores originales, como toronja con jengibre y eucalipto u horchata de coco y café, entre otras. Las delicias fueron: unos triangulitos de pasta filo con sabor a quesadillas de queso, champiñones y flor de calabaza, unos canelones de pato, unas tostadas de roast beef, un pescado con alcachofas y unos medallones de cerdo ibérico. De postre probamos un surtido delicioso. El servicio es estupendo. Una gran experiencia.
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