Ahora que todos hemos pasado mucho tiempo en casa también hemos descubierto que no toda la comida a domicilio viaja bien, y así como la pizza parece haber nacido para el delivery, el ramen es uno de los antojos que viajan peor. Pero, tenemos buenas noticias. Encontramos un ramen a domicilio, en Deigo, que llega impecable y que además es la excusa perfecta para regalarse un esponjoso y bailarín pastel de queso japonés (fuwa fuwa quequi ふわふわ ケーキ).
Deigo es un restaurante que seguramente conocen bien los que viven por la zona de la Narvarte y la Del Valle, también de los que somos amantes de todo lo japonés. Lleva 25 años sirviendo delicias niponas en el Parque de Las Arboledas.
Aunque es vieja escuela y pertenece a la primera generación de restaurantes japoneses de la ciudad, en Deigo se han reinventado constantemente: han incorporado nuevos sabores al menú e invitado a chefs que vienen desde el otro lado del Pacífico a compartir sus recetas (en marzo tuvieron de invitado a Motokichi Yukimura y su famosísimo omurice, que es un arroz con una omelette perfecta encima).
Con la pandemia tuvieron que ponerse creativos para llevar a las casas de sus comensales las delicias de su cocina. Y aunque los pescados frescos tienen sus retos, nada más complicado que transportar ramen, porque además de un caldo lleno de sabor, la cocción correcta de los fideos es clave.
Cómo llega el ramen de Deigo
En Deigo se les ocurrió separar cada elemento de un clásico ramen japonés en pequeños paquetes y enviarlos a casa por separado. Uno recibe los fideos por un lado, el menma (bambú fermentado), el naruto (pasta de pescado con una espiral rosa al centro), wakame (alga), cebollín, huevo y chashu. Dependiendo de la variedad de ramen que uno pida los ingredientes pueden variar.
Preparan seis tipos de ramen: miso, curry, shoyu (el más clásico y el que probé esta vez), tan tan (con carne picante), yuzushio (caldo de pescado) y tsukemen (según yo este es el rey del ramen pero no lo he probado aquí). En el caso del shoyu el fondo del caldo es bastante espeso y tiene mucha cebolla que le da textura además de sabor.
Con todos los ingredientes por separado, y ya en casa, nada más hace falta calentar el caldo con la carne y hervir, por separado, la pasta en agua. Dos minutos exactos. Una vez transcurrido ese tiempo entonces se pone la pasta en el caldo calientito con la carne y el resto de los ingredientes. ¡El tazón queda perfecto!
La mejor parte de pedir un bowl de ramen a casa no solo es que queda igual de bueno que en el restaurante, sino que también justifica a pedir el famoso pastel de queso japonés que aquí llaman fuwa fuwa, y que el diccionario traduce como mullido. El pastel es tan esponjoso que baila y no es especialmente dulce, algo que agradecemos los que no somos muy adeptos al azúcar.
Así que ya saben. Vayan y pidan su ramen y aprendan a prepararlo perfecto en casa. Y si todavía no son de los que creen que el ramen es una religión, vean esta joya de película: Tampopo, pidan su ramen a Deigo y luego discutimos.