Probamos las nieves de La Delirante por un amigo que desde los 10 años las conoce muy bien. Creció muy cerca del tianguis Potrero, donde Miguel Ángel instala su puesto de nieves todos los domingos, a la par que mantiene su puesto semifijo en Vallejo, muy cerquita del Poli. Pero nos dimos cuenta que, desde luego, el gusto por estas nieves no puede limitarse a un buen recuerdo de infancia: están deliciosas y los sabores de temporada se distinguen del resto. Las recomendamos muchísimo.
Son artesanales; sin conservadores, saborizantes artificiales ni colorantes. El color de las nieves de vainilla o limón lo dicen todo: la primera es color ceniza, la segunda blanca. Aunque técnicamente son nieves, a nosotros nos parece que las suyas son un poco más cremositas o sólidas que la nieve, pero más líquidas que el helado. Son súper refrescantes; incluso los sabores como pay de queso o chocolate abuelita, dos sabores clásicos de La Delirante. La mayoría suelen ser de fruta de temporada. Y son cientos.
“Tú imaginas el sabor, nosotros lo hacemos nieve”
Así reza su lema y Miguel Ángel asegura: “la nieve es como un alimento y podemos hacer de lo que sea”. ¿Las más raras que ha hecho? nieve de chicharrón y nieve de mole. La de mole, dice, le encantó, pero la de chicharrón no fue tanto de su gusto. Sin embargo el cliente quedó fascinado. Uno puede pensar en el sabor que se le ocurra y él inventará la manera de hacerlo.
Ha hecho de ponche, nogada, pan de muerto, cempasúchil y camote. Uno puede encontrar sabores así, dependiendo de la temporada. Pero también de la imaginación que la ocasión detone. Una vez, nos cuenta Miguel Ángel “me pirateé el sabor de unos jugos y le pusimos de nombre “la rejuvenecedora”: lleva jamaica zarzamora y menta”. Como para un lunes, le respondemos.
Aunque también hace nieves con alcohol y la técnica para lograrlo, “eso sí es un secreto”. Ha hecho de tequila con limón, naranja con mezcal, ron con coca, mojito cubano y hasta de cerveza. A los clientes les encanta.
No queda duda que a Miguel Ángel le gusta experimentar. Por ejemplo, para dar con la receta adecuada de la de capulín batalló mucho, pues era difícil llegar a la consistencia deseada sin que se amargara. Finalmente entendió que triturándo el capulín con las manos salía mejor. Este sabor lo hace acaso cuatro veces en el año. La de rosa de castilla la hace una vez. En mayo, porque es cuando se da. “Voy a un pueblito, la corto, separo los petalitos… es laboriosa”.
Hay mil puestos o carritos de nieve, pero La delirante se distingue del resto.
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Todos los días, de 11 am a 5:30 pm: Norte 23A y Poniente 140 (la continuación de Montevideo), en Lindavista. A un costado de Mazda.
Domingo: Tianguis Potrero, colonia Guadalupe Insurgentes.
Lunes: Parque Pilares, colonia Del Valle.
Martes: Parque María del Carmen, colonia Industrial.
Sábado: Metro Politécnico.