Existe un pequeño lugar en el centro de Tlalpan para tomar café y leer un buen libro, tranquilamente: el Café Katsina. El local está a unos pasos de la explanada de la delegación, en una parte muy tranquila del centro.
La oferta de café es muy amplia. Tienen mucha variedad de espressos como el de miel y limón –acidez y dulzura a la vez– o el Yohoho, para los días de gustos más dulces. En Katsina lo preparan con una base de maíz y miel de mezquite que lo hace más floral y especiado.
En este localito de Tlalpan haytambién un vaso de leche vegetal hecha por ellos mismos, cacao con leche o el capuchino de betabel, que sólo tienen por temporada. El precio es justo: ninguna bebida pasa de los $70 y la más barata está en $25. Para acompañar: pan de plátano con nuez o las empanadas saladas de verduras, atún o jamón con queso.
Todos los productos son orgánicos y ellos mismos se encargan de cuidar cada parte del proceso; desde la producción de granos de café en la Finca Trebolillos (en Veracruz), hasta el momento en el que la taza llega caliente a la mesa. La cafetería también cuida el medio ambiente desde su trinchera e implementaron prácticas de agricultura biodinámica en sus cultivos. El equilibrio que buscan es también el más necesario: una producción que tenga en cuenta los factores del ambiente, la economía y la sociedad.
Los Katsinas, en cuyo honor es el nombre del café, son entes que juegan un papel fundamental para dotar de sentido al mundo. Los de café Katsina tomaron el nombre para ejemplificar la vida presente en todos los elementos del cosmos. Todas las bebidas evocan una sensación en particular: lo dulce, lo salado, lo ácido. El café está lleno de estas figuritas antropomorfas talladas a mano en madera de raíz seca de algodón y ornamentadas con colores brillantes, agregados de plumas y otros materiales. Katsina es un buen lugar para ir.
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