El silencio es una idea,
la idea fija de la música.
La música no es una idea:
es movimiento,
sonidos caminando sobre el silencio.
(Not one sound fears the silence
that extinguishes it)
Lectura de John Cage, Octavio Paz
John Cage decía que también escuchamos con los pies. El crujir de la grava bajo nuestros pasos, el rechinar de los zapatos, el compás imperceptible del caminante: todo puede ser música. Componía pensando en un silencio no acústico, es decir, un silencio que en realidad no existe. La declaración, tan azarosa como profunda, tan irreverente como mística, de un hombre que percibía la música como la atmósfera que nos rodea. Tan real y presente como mirar alrededor. Su papel en el arte en Estados Unidos es indudable, pero la fina línea que lo une a México –poco conocida pero vital– se dibuja en esta exposición del Museo Jumex, que documenta los viajes de Cage a la Ciudad de México, sus amistades y colaboraciones con varios intelectuales mexicanos.
Muy cercano a figuras como Octavio Paz y el compositor Mario Lavista, colaboró para muchas publicaciones mexicanas de música, fue tema y referente de artistas e intelectuales, y se integró firmemente al tejido de la infinita trama innovadora de finales de los sesentas y setentas, esa época de gloria creativa. En el 68, como parte del programa cultural de los Juegos Olímpicos, Cage visitó la ciudad con la Compañía de Danza de Merce Cunningham. Ya era conocido localmente, pero sus visitas –esa y posteriores– integraron definitivamente su música y pensamiento al paisaje de la ciudad.
De lo anterior sobreviven registros poco conocidos, montados en esta pequeña exposición. Recorrerla tiene gusto a explorador que va encontrando tesoros, como la correspondencia que mantenía con Octavio Paz –tan divertida como curiosa–, sus partituras con manchas y borrones, las entrevistas que concedió en sus visitas a México y lo mejor de todo: la partitura de la pieza para piano escrita por Mario Lavista, con el pintor Arnaldo Coen, como homenaje a John Cage. Se titula Jaula y el diseño está basado en el número 64, los años que Cage cumplía en el 1976. Dentro del diseño tan rígido y geométrico hay una partitura de interpretación tan abierta como el interprete quiera, escrita en los bordes de cada uno de los cubos. Puedes ponerte los audífonos que reposan a un lado y perderte en las únicas cuatro notas de la pieza: los Do, La, Re y Sol, repetidos en sus infinitas combinaciones.
Alabado y condenado John Cage recibió por igual “los más fervorosos aplausos y los más estruendosos chiflidos” (en palabras de Mario Lavista). Colocaba sobre las cuerdas del piano tornillos, tuercas y taquetes, monedas, gomas y hule espuma; declaraba abiertamente que carecía del sentido de la armonía; consideraba el ruido como un elemento más, y el silencio como inexistente. Compuso 4:33 cuya partitura sólo tiene escrita la duración de la pieza: cuatro minutos y treinta y tres segundos. Todo lo que se escuche en ese lapso es música, o podría serlo. Se evaporan las barreras entre lo ambiental y musical, entre el ruido y el sonido. Si el silencio no existe, esos lapsos en los que creemos que no pasa nada también pueden ser música. En realidad todo lo puede ser.
John Cage murió en 1992 en Nueva York, dejando una nueva forma de escribir música en el mundo, pero lo más importante: de percibirla. Para el hombre menos solemne y más sensible de la música contemporánea lo más importante era escuchar, fluyendo del ruido al ritmo y al silencio, abrir los oídos a los sonidos que nos rodean por todas partes. Más que el ritmo, más que el tempo, y definitivamente más que la armonía, para este genio de la poesía lo más importante es encontrar la facultad de gozar el sonido dentro de nosotros y no en las obras de arte, porque si está en nosotros permanece siempre, tanto dentro como fuera de la sala de un concierto.
*Esta exposición es la tercera edición de la serie Pasajeros del Museo Jumex, microexposiciones documentales enfocadas en personajes de diferentes disciplinas, cuya inlfluencia ha marcado de algún modo la vida cultural de México. Puedes visitarla hasta el 16 de septiembre.
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