10 de septiembre 2016
Por: Patricia

Sí, Luciferina

Más que un bar, un speakeasy, un restaurante o un club social… es una taberna y todos los anteriores. Se ubica en el corazón de la colonia Juárez muy cerca del Museo de Cera en una casona de la época del Porfiriato que solía ser una imprenta. Al ser catalogada por el INAH, el despacho Comena Arquitectos se encargó de su restauración la cual, en oposición a la estructura antigua de su arquitectura, el interior está cargada de metal sólido y destaca una imponente barra circular que invita a asomarse, pedir un coctel y echar un vistazo alrededor.

La carta incluye cocteles con nombres muy inusuales y son las estrellas más brillantes del lugar, aunque —si estás en plan de cena— los ravioles, los mejillones al curry y las fresas con queso marscarpone son algunas de las propuestas por las que seguro querrás volver. En Luciferina la luz es tenue, perfecta para platicar e ideal para impresionar a alguien en una velada romántica. El secreto mejor guardado del lugar es el Veneno de tarántula, el que dicen, hace que se te duerman los labios.

A partir de las 14 horas y hasta las 2 de la mañana, vale muchísimo la pena conocer Luciferina, tanto por la comida, el ambiente, el servicio como por la casa tan impresionante en la que se encuentra. En las noches casi siempre está completamente lleno, así que si quieres asegurarte de tener mesa, reserva previamente.

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