Carlos Monsiváis nunca fue aficionado a las horas de oficina. Él sabía que su trabajo estaba en las calles y por eso viajaba en metro, comía en la calle, frecuentaba los mercados (especialmente el de la Portales que está muy cerca de su casa). Era, por decirlo así, uno de los rockstars de la literatura mexicana al que, por supuesto, le encantaban las cantinas a las que definía como “santuarios errátiles en los que prodigan situaciones patéticas, cómicas, trágicas, melodramáticas. En ellas se reúne todo tipo de personas”.
Estas son algunas de las cantinas que aparecen en sus crónicas del libro A ustedes les consta y que, por cierto, también frecuentaba solo o en compañía de sus amigos más cercanos.
La Faena
Aunque a Monsi nunca le llamaron la atención los toros, la Faena era su cantina favorita. Sus paredes parecen un museo taurino porque antes era el lugar de reunión de la sociedad mexicana de novilleros.
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La Ópera
Este bar es famoso por muchas razones, la primera de ellas es su edad, pues se trata de una de las cantinas más antiguas del Centro. Otra es que en el techo hay un impacto de bala que, según cuenta la leyenda, pertenece a la pistola de Pancho Villa. Justo debajo de ese orificio, Monsiváis, José Luis Cuevas, Fernando Benítez y Carlos fuentes se tomaron la famoso foto de “la mafia de la ópera”.
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Salón Tenampa
Para un cronista de la vida nocturna como Monsi, ignorar el Tenampa o cualquier cosa alrededor de Garibaldi es un verdadero pecado. Desde 1925 el Tenampa es el escenario preferido de las noches de bohemia mexicana. No importa si uno va solo o con amigos, el alcohol y la fiesta siempre están ahí.
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La Peninsular
La botana en la Peninsular no es la más habitual. Su especialidad son las enchiladas tomatlán aunque también sirven quesadillas y tostadas. Aunque hasta 1982 esta cantina se reservaba sólo para hombres, la cantante Lucha Villa la visitaba frecuentemente después de sus actuaciones.
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El Gallo de Oro
No hay que dejarnos engañar por su apariencia modesta. A primera vista, esta cantina es como cualquier otra en el Centro, pero al cruzar sus puertas se percibe un olor a carne al carbón y guisados que simplemente no pueden ser ignorados. Los pepitos de lomo de res son exquisitos.
La Dominica
La Dominica es uno de esos rincones ocultos pero acogedores que hay en todas las ciudades. Uno puede pasar horas ahí dentro escuchando música y tomando un trago. Como muchas cantinas tradicionales, ahí también tienen un menú que aunque es cortito y con platillos sencillos como el arroz con huevo o el pollo con champiñones. Por los oficinistas e incluso doctores que la visitan todos los días, podemos decir que es un lugar para escapar incluso de nosotros mismos.
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La Vaquita
La Vaquita es una entrañable tortería en la calle de Mesones, aunque la música que viene de adentro delata su cantina. La bebida es barata, el trago más barato que tienen es de 25 pesos, pero lo mejor no es eso. Mientras vas pidiendo bebidas, va llegando la botana que cada día tiene un platillo consentido, sólo sabemos que los viernes, sin falta, tienen mariscos.
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Tío Pepe
Aparece en una infinidad de películas y anuncios, pero pocas personas se acuerdan de visitar su sólida barra en donde un hombre prepara tragos al gusto. Además, para quienes llegan con hambre y sed, la comida que sirven es deliciosa.
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