Cuando uno entra a la cantina Reforma de Bucareli, lo primero que ve, además de su antigua barra, es una foto de Renato Leduc. Basta con preguntarle a alguno de los meseros —buenos conversadores— sobre la foto, para que cuente, con lujo de detalle, la relación del escritor con la cantina, y la historia de una cantina que no ha dejado pasar el tiempo. Que sobrevive en medio de Bucareli, nuestra majestuosa y decadente avenida.

la reforma de bucareli

Cuando recién abrió, en 1936, la Reforma de Bucareli estaba en la planta baja de una vecindad a la que uno solo entraba con invitación, a una cuadra de la Esquina de la Información (donde estuvo la cantina La Mundial y ahora está el Excelsior). Con el tiempo, la vecindad desapareció y solamente sobrevivió la cantina.

la reforma de bucareli

Desde entonces los principales comensales eran periodistas, quienes todavía se reúnen allí para intercambiar información o, por qué no, encontrar ahí mismo historias dignas de ser contadas, mientras beben o comen de su generosa botana. El menú siempre cambia, pero las especialidades son el chicharrón en salsa verde, el bistec en pasilla y el caldo ranchero.

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Lo mejor comienza en jueves, cuando la actitud bohemia y casi clandestina de los comensales se torna mucho más alegre, entre karaoke y música en vivo. Los viernes por la noche, una banda que toca todo tipo de música abre espacio entre las mesas. Los más festivos piden el micrófono y cantan un par de canciones. Aunque las puertas de la Reforma de Bucareli cierran oficialmente a media noche, son los clientes quienes deciden a qué hora termina todo. Como los encargados dicen “la cantina cierra hasta que ustedes quieran”.

Una guardia con tradición

La Reforma de Bucareli sí era un secreto a voces. Nadie entraba por casualidad. Como ocurría con otras cantinas y bares de la zona, este era un lugar al que la gente iba a resolver planes secretos o delicados. Algunos ilegales. Por ello, si algún despistado se atrevía a entrar sin conocer a nadie, corría el riesgo de que le robasen hasta la ropa.

“El padrino de la Refoma”

Los dueños de la cantina dicen que fue Leduc quien la “descubrió”, después de que derrumbaran La Mundial, su cantina de cabecera, para construir el edificio del Excélsior. Fue en sus mesas y al calor de las copas que Renato escribió “Aquí se habla del tiempo perdido que como dice el dicho, los santos lloran“, el poema vuelto famoso después de que José José y Marco Antonio Muñiz lo convirtieran en canción. El poeta también es conocido como “el padrino de la Reforma de Bucareli”.

la reforma de bucareli

La Reforma de Bucareli es un paréntesis en el acelerado ritmo de esta zona de la ciudad. Nosotros volvimos hace poco casi por casualidad. Y no salimos de ahí por un buen rato: “la cantina cierra hasta que ustedes quieran…” nos dijeron.

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