Si uno camina por José Martí en la colonia Escandón y cruza Patriotismo se encuentra una mini sucursal de “El rincón Tarasco” –famosos tacos de carnitas bastante bien servidos–, un poco más adelante con una deliciosa tortillería (para pedir el taco de sal), luego con una lonchería para desayunar y, finalmente, con la extraordinaria Sombrería Escandón. Es un local modesto con mobiliario antiguo, bonito, donde se venden, limpian, planchan, agrandan o achican sombreros de todo tipo.

Me recibió un señor tímido, se llama Ignacio Reyes pero le dicen “El Conejito”. Y sí, parece un conejito detrás del mostrador. Dice que ya no hay otro sitio que haga lo que él sabe hacer; habla de los buenos sombreros que se pueden encontrar en los mercados de pulgas. Me muestra un sombrero texano con alas ligeramente levantadas de la marca Stetson. Hay un espejo largo en el que uno evalúa la mejor opción. 

sombrereria

El negocio era de su papá, lleva más de 70 años. Él ha trabajado más o menos 40. Hay bastante variedad de sombreros, sobretodo de lana fina, fieltro bien cortadito, gamuza, pero también sombreros charros con bordados, con cuerdas de cuero o listones exquisitos.

Volteo arriba y veo las cajas circulares para guardar sombreros antiguos y me genera mucha ilusión, me emociona pensar en un pasado más elegante en el que el uso de este accesorio era importante. Me voy contenta de haber conocido al “Conejito” y veo con gusto que a todos los que pasan por la calle les llama la atención y se meten a preguntar que qué onda con los sombreros. Visiten la Sombrerería Escandón. 

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