Hay algunos que piensan que encontrarse un botón tirado en la calle es de buena suerte. Y si uno se fija hay cientos de ellos por toda la ciudad porque perder un botón es tan ordinario como perder una moneda… Hay algo en los botones sueltos que parecen alhajas y por ello las tiendas de botones, en vías de extinción, son fascinantes. Entre las calles Polanco existe un pequeño lugar que es un archivo de botones con más de 60 años de historia y queremos contarles de él.

Concha Hornero Salto, fundadora original y abuela de los actuales dueños, viajó a Barcelona en 1945 y allí conoció al viajante de botones Manuel Rodríguez Morell, con quien se casó. Concha ya se especializaba en botones forrados, pero a partir del matrimonio su gusto por estos objetos chiquitos y cotidianos se potenció. Juntos abrieron lo que originalmente era Botones Concepción Homero y ahora es, apropiadamente, La Casa de los Botones.

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En las paredes hay estantes, cajones y cajas clasificadas por color, tamaño y material. Puede sacar de apuros a cualquiera que necesite un reemplazo para el botón faltante de su abrigo, pero más que eso es un lugar para perderse –tal vez no por horas, pero si por un buen rato– en busca de una pequeña alhaja.

En medio de la tienda también hay canastas sin clasificación. Aquí es donde los descubrimientos de cada persona dependen de su habilidad para detectar al indicado entre cientos de objetos pequeños. Botones Chanel de los años veinte, botones pintados a mano o con piedras incrustadas, diseños con logos estilo art nouveau que hacen que nos importe poco si se trata del botón del uniforme de un panadero o el de un vestido de lujo de los sesentas.

En caso de que te enamores de una pieza de la canasta en especifico y quieras encontrar su igual para completar el juego de dos o de cinco, buena suerte.

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Existen desde piezas que se venden por docena hasta botones especiales de 350 pesos cada uno, y a la encargada siempre le encanta platicar con los clientes sobre la nueva mercancía que llegó a la tienda. Ella puede ayudarte a poner en tu prenda un botón si es que no sabes como hacerlo, pero realmente es un lugar para personas que saben de costura y suelen intervenir su armario con parches, aplicaciones y otros detalles. O es un lugar para pasar tiempo como un niño pasa tiempo en una tienda de dulces.

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