uñas
12 de mayo 2019
Por: Carolina Peralta

¿Por qué hay tantos y tantos salones de uñas en la ciudad?

La moda de las uñas traperas o decoradas está arrasando con las banquetas de cada colonia en la Ciudad de México. ¿A qué se debe este fenómeno?

Tan solo en las cinco cuadras más próximas a las oficinas de Local hay tres salones que sólo se dedican a hacer las uñas. Parece que entre más atento uno ande, más salones de belleza aparecen. Como los astros que brotan entre más ve uno el cielo estrellado. Aparecen a pie de calle salones pequeños, se asoman al fondo de pasillos comerciales angostos, hay salones con nombre de mujer, salones en sótanos o salas de departamentos, en centros comerciales lujosos (y de nombres en inglés) o improvisados en medio de tianguis, donde el acetona se confunde con el olor a garnacha. En todos ellos la decoración de uñas es servicio estrella. Y aunque quizás se deba sólo a un truco de la atención, nosotros creemos que un romance está sucediendo (o resurgiendo) entre la ciudad y las uñas; la decoración de uñas y las nuevas generaciones.

La fijación por las uñas o el origen de su cuidado es tan viejo como incierto. Los antiguos egipcios lo hacían, los chinos también. Un barco mitológico lleno de uñas del pie anunciaba el apocalipsis entre los nórdicos, quienes recortaban las suyas con toscos artilugios metálicos. Para no entrar en demasiado detalle arqueológico, pongámoslo como otra de las manifestaciones de conciencia colectiva. Como todo adorno, el cuidado de las uñas simboliza cosas: estatus social, identidad, pertenencia y otros significados que van moviéndose de lugar.

El primer salón de uñas tal como lo conocemos abrió en 1878 en Manhattan. Luego pasó en todo el mundo. En la Ciudad de México, a simple vista, son incontables. Basta ver el Google Maps para hacer un casi infinite scroll que enlista: Uñas y spa, Master uñas, Pintauñas, Uñas Finas, d-uñas, Uñas Paraíso, Miss uñas, Uñas & Spa, Uñas y Spa, simplemente Uñas, Más que Uñas… Y una lista larga de sus posibles variaciones. Y esos son los “oficiales”, falta, por ejemplo, la Plaza de la Belleza

Hace unos meses, la amiga de unos amigos abrió su propio nail art bar (se llama NAB y éste es su Instagram) en la sala de su departamento. Hace diseños con stickers y degradados y nubes, flores, flamitas, serpientes diminutas. Siempre glitter y cortas. Muchos de sus clientes son hombres.

Entre los hombres, Bad Bunny sentó tendencia:

En Instagram hay una cuenta que se llama @garritaspalasnenas. Es un estudio de manicure y pedicure, su locación es secreta (hasta que mandes un DM) y lo hacen muy bien. Son largas, deliberadamente artificiales, de acrílico; cuadradas y picudas, sobre todo picudas. Con logos de dinero y Chanel, flamas que brillan en la oscuridad, escorpiones, marihuana encapsulada, cadenitas que cuelgan como pierciengs. O con glitter y degradado rosita.

Las uñas de trapera, de buchona o ratchet son, de cierta forma, el lujo exagerado. Si las uñas limpias y bien cuidadas originalmente denotan riqueza y ocio (sólo alguien que no usa sus manos para trabajar puede portar semejantes obstáculos), el decorado de uñas que está de moda ahorita denota frivolidad, extroversión y cosas relativas a las brujas. Pero las “garras” también son lo animal y seductor, lo afeminado y lo pagano. La Zowi ya lo dijo así: “Una ‘ratchet’ es alguien como yo, que combina ropa del Bershka con imitaciones de marcas caras y que, como se siente excluida del sistema, se preocupa más por tener las uñas bien hechas que por votar en las elecciones”.

Puesto de uñas en el mercado nocturno de la Obrera.

Además del simbolismo y la moda, el romance que existe entre la Ciudad de México y los salones de uñas se debe a que es un buen mininegocio. La inversión inicial puede ser poca, y recuperas tu dinero (dicen) en pocos meses. Pero más allá de eso, las nuevas brujas urbanas tienen un encanto particular y parece que disfrutan el artificio como ninguna otra cosa. Estas uñas laaargas y adornadas provocan que se miren y se miren las manos orgullosas, cuidadosas. Y los interminables salones de uñas están allí como un signo de los tiempos.

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