En el número 303 de la avenida Ámsterdam en la Condesa, exactamente en la esquina con la calle de Celaya, se encuentra AMS Hair Boutique. Muchas cosas bonitas rodean a esta embajada del pelo: desde su local art déco; las fascinantes y diferentes piezas de pelo que pululan por éste; la ejemplar ética de trabajo de la dueña, y el trabajo social que hacen recolectando donaciones de cabello para confeccionar pelucas para niños y adultos de escasos recursos que sufren pérdida de pelo por alguna enfermedad.

La decoración para quien entra por primera vez a AMS Hair Boutique podría ser considerada como vintage. Sin embargo, a pesar de su reciente remodelación, el estilo no fue una elección de tendencia, más bien responde a una estrategia para rescatar la casa de dos pisos que, desde 1954, ha albergado a la sala de exhibición de las pelucas, a la estética y al taller en un solo espacio.

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Doña Carmen Zepeda, la dueña, me recibe en un privado en el segundo piso que está  “muy a gusto”, ella misma describe cómo se siente sobre el lugar y sobre la colonia que ha visto transformarse con el paso de los años.

Todo me gusta, la avenida de Ámsterdam, las casas. Todo está bien conservado… Nunca me iría a ningún otro lado.

Realmente me sorprende esta afirmación, porque en vez de añorar tiempos mejores, con este comentario vislumbro su optimismo y apreciación del presente.

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En el primer piso se exhiben todas las pelucas, postizos y extensiones. Contemplar esa pared cubierta por cabezas que portan afros, platinados, largos extremos, cortos tradicionales –y con la mirada perdida–, me provocan una tremenda emoción. Me probaría todas, tendría todas, las usaría todas… Pero las pelucas no son un juguete, al menos no éstas.

Estas son piezas hechas por varias manos que las tejen, las arman, las lavan y les hacen el corte que las definirá, pero más importante aún, que identificará a quien las use.

A sus “ochenta y tantos” años, Carmelita de ninguna forma contempla el retiro. Comenzó muy joven trabajando en un salón de belleza en el centro y ahí le agarró el gusto. En 1951 comenzó su negocio que ha pasado por varios nombres y hasta la fecha “le encanta” trabajar.  Recordó su primera peluca y lo “fea” que le quedó aunque la salvó con un corte de pelo, y cómo los autos se detenían al verla caminando en la calle con una peluca en mano. A pesar de tener décadas creando todo tipo de piezas, ella nunca ha usado ni usaría una

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“Me gusta mucho el trabajo y sé perfectamente todo lo relacionado con el cabello y atender a clientes”, su experiencia la expresa con calma seguridad. Carmelita es una mujer internacionalmente premiada por sus pelucas, los premios se pueden ver colgados en la sala de espera. –“¿Qué se siente ser tan reconocida?”, le pregunto. –“Satisfacción. Nunca lo he dejado y estoy en condiciones para seguir trabajando. No me da flojera y estoy dispuesta a cualquier cosa.”

La tranquilidad que tiene por disfrutar su trabajo de tantos años y de hacerlo bien deja el espacio para poder compartir su conocimiento con gente que necesita una peluca y no puede pagarla. (Por ejemplo, de las pelucas de pelo natural exhibidas en la tienda en el momento de hacer la entrevista, que tienen un costo de entre 6 mil hasta 39 mil pesos). En AMS Hair Boutique reciben donaciones de cabello para asociaciones como Ayúdame a Sonreír Ante el Cáncer (ASAC), el Voluntariado del Hospital General de México (VHGM) y para Rizos de Amor y Alegría.

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Si quieres ayudar, puedes ir y cortarte ahí mismo el pelo y donarlo, o llevar tu trenza, y si no tienes la longitud para donar, con una aportación de 10 pesos contribuyes para la manufactura de estas pelucas.

Para algunos una peluca es una opción, para otros una necesidad. Por la razón que sea, si uno decide usar una, me gusta pensar que ésta es el resultado del gozo de trabajar, de años de experiencia y de buenas intenciones. –Porque el pelo está íntimamente ligado con el autoestima, y la abundancia o carencia de una cabellera puede ser complicado de sobrellevar. Aquí hay opciones tanto para conseguir una, como para ayudar a otros que las necesitan.

Al salir de AMS Hair Boutique no solo sé más sobre pelucas sino que me llevo una lección de vida que me da Carmelita: “Estoy muy contenta con todo… con lo que tengo, con lo que soy, con mi salud. Nunca estoy refunfuñando.”