La planta de mi cocina pronto me va a devorar. La veo tan feliz que me da miedo. Y es que tardó –después de morir 3 veces– en adaptarse a su casa; un rincón tibio en la cocina. (Ahora le pertenece casi todo). Poco les falta, a ellas, las plantas, para dominar el mundo. A veces me parece increíble su parecido con los humanos (me ha tocado ver, yo sin quererlo porque me gustaban ambas, a una de mis plantas engullir a otra sin ningún tipo de merced). Otras veces, cuando las observo menos, las trato con condescendencia, es decir, me adapto yo por indolente, y las cuido hasta dejarlas morir. Jessica, de Flor & Barro, dedica su vida a las plantas, y hoy hablamos de cosas similares a esto: de cómo cuando uno lleva una planta a vivir consigo se convierte en una combinación de guardián, aliado, amigo, extraño o rival.
Flor & Barro es más que una boutique de plantas hermosas y sanas en la Roma Sur, de macetas de barro y aditamentos naturales. Es más como un centro de rehabilitación o de investigación de plantas. A quien le venden sus piezas (y a quien se acerque, en realidad) le dan las herramientas necesarias para tener la mejor experiencia con sus plantas y darles su lugar en casa (que para Jessica es similar a darles su lugar en el mundo).
En Local estamos muy a favor de los viveros. Nos encantan sus precios y su proceso de producción (indisoluble a la planta misma), generalmente sin intermediarios. Pero es cierto que en estos lugares muchas veces te dicen lo que quieres escuchar y no hay lugar para las dudas. En ese detalle está la diferencia de Flor & Barro. Allí, si uno pregunta el nombre de la planta, se lo dicen (y uno no conoce lo que no nombra). Si uno pregunta qué le va bien a su departamento en un quinto piso, le dicen también. Con toda la amabilidad, con toda la disposición. “Queremos ser un puente de comunicación entre las personas y las plantas”, dice Jessica.
Lo son. En su boutique uno puede comprar orquídeas y bromelias, cunas de Moisés, helechos distintos, cactus y suculentas, palmas, ficus, euforbias, filodendros, hierbas aromáticas o ripsalis –sauces llorones domésticos–. Todas sanas, porque las han pasado por un proceso de adaptación y regeneración para que lleguen a nosotros más felices, libres de químicos. Y todas a precios justos, pues las hay desde $30 pesos. Hacen lo que la planta necesite para sentirse más cerca de su hábitat, pero también que sobrevivan en nuestras casas. También es un puente entre los consumidores y los productores. Los conocen personalmente.
Flor & Barro es boutique de plantas y también hospital y universidad de plantas. Son botánicos del asfalto y hacen lo posible para que –como la planta en mi cocina– recuperen su lugar en la casa, su lugar en la ciudad.
“Es bonito reconocer que no existe un sólo acto del ser humano que no involucre a la planta”, también dice Jessica.
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Querencia: una tienda de macetas, plantas (velas y tazas) que nos encanta…