Proyecto Fachada del colectivo SANGREE es un programa de exhibición de la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS) en el que invitan a artistas jóvenes a realizar una pieza en la cara frontal del edificio. Los artistas generalmente utilizan la pared para intervenirla con un dibujo, una pintura o un objeto empotrado al muro. Cuando invitaron al colectivo SANGREE, integrado por René Godínez y Carlos Lara, la situación cambió. Ellos entendieron la fachada no como el espacio para producir una imagen, sino como la vitrina que permite ver la planta baja del edificio desde afuera. A partir de esta perspectiva propusieron la marca de ropa SANGREE by SANGREE.
La entrada de la SAPS se caracteriza por hospedar una tienda de libros relacionados con la Escuela Mexicana de Pintura y con el arte contemporáneo. SANGREE decidió ocupar este espacio para colocar maniquíes de hombres y mujeres hechos con cantera. El lenguaje corporal de las esculturas oscila entre posturas prehispánicas parecidas al Adolescente Huasteco y poses que se identifican con el mundo de la moda. Sobre los maniquíes los artistas colocaron playeras con varias interpretaciones tipográficas de SANGREE, las cuales están a la venta.
SANGREE by SANGREE es interesante porque hace un guiño a la forma en la que los museos se publicitan, los cuales muchas veces invierten en campañas costosas para llegar al público, utilizando las mismas estrategias de otros productos no culturales en el mercado. ¿Es la Sala de Arte Público una marca? ¿Cuál es la diferencia entre una experiencia estética cultural y una producida por el entretenimiento?
Otro aspecto interesante es la relación que el proyecto establece con la historia del arte. La marca de ropa nos recuerda a los artistas productivistas que protestaron en contra de la autonomía del arte burgués, llevándolo a la vida, a partir de estrategias de diseño como el agitprop. Sin embargo, SANGREE produce un movimiento extraño, porque más que agitarse para publicitar y vender ideas con tendencias políticas claras, señalan al arte mismo como un producto que renuncia a su pureza a favor de la comunicación y del “estar siempre disponible” para el consumo.
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