Cada vez que puedo regreso al MUJAM a gritar de emoción frente a las vitrinas que tienen una de las colecciones más conmovedoras y bonitas de Barbie. Muñecas de los años 50, la barbie doctora, la maestra, una babysister, las que están vestidas de diseñador, la de Marylin Monroe y la colección de muñecas de diferentes países. Cuando recorro esta sala del museo recuerdo el día de reyes que le rompí la cabeza a la Barbie de mi prima porque era la que yo quería. Ahora quiero todas.
La siguiente sala del museo está dedicada a las luchas, el deporte mexicano más extravagante y entretenido. Figuritas de plástico de El Santo, Blue Demon y La Parka están por todos lados, figuras de acción y hasta de peluche de el Místico, máscaras, juegos de mesa, ese cuadrilátero que todos vimos en alguna feria ambulante con luchadores mal suajados.
Entre la primera y la segunda sala pude ver, además juegos de té, bolsas de mano para niñas, miniaturas, mircohornitos, los carritos de Bimbo coleccionables, las figuritas de Sonrics y mil (en serio, mil) juguetes más. La sala de exposiciones temporales hoy (y hasta el 26 de febrero) está ocupada por Kitty, la gatita japonesa (que no es en realidad un gato) que en 2016 cumplió 42 años.
La exposición tiene 10 coleccionistas: nueve mexicanos y una japonesa. En esta misma sala están exhibidas las piezas de Arte en Lego, una pequeña exposición con piezas irreales. El sótano es la última sala del museo y mi favorita porque aquí se resguardan las casas alemanas de muñecas más bonitas, todas con sus miniaturas perfectamente detalladas.
El Museo del Juguete Antiguo México, ese gran “Archivo de la niñez”, está en peligro de desaparecer. Visitarlo, entonces, es también ayudar a mantener la historia de nuestros juguetes y nuestras historias de infancia. Prometemos que al salir de ahí te vas a sentir más feliz.
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