Poco a poco y con todas las medidas de salud necesarias, los museos comienzan a abrir. Y aunque está bien no apresurarse a llenar las calles, es una buena oportunidad para visitar lugares que siempre suelen estar llenos y ahora puedes recorrer en (casi) soledad. Es un buen momento para reapropiarse de la ciudad con calma. Uno de estos lugares es el Museo del Juguete Antiguo, que además estos días está al 2×1.
Hay que decir que siempre ha tenido algo de macabro este edificio de departamentos invadido por la colección más grande de juguetes de la Ciudad de México. Es algo en el polvo acumulado por generaciones sobre objetos extrañamente familiares, cargados de emociones de todo tipo y que además suelta la imaginación en temas de embrujos y posesiones.
Recorrer las vitrinas del Museo del Juguete Antiguo es un ejercicio para ubicar momentos en el tiempo mexicano. Todos tenemos una historia con los juguetes porque todos jugamos. Y todos tenemos recuerdos que los pasillos de este museo traen a la memoria; de pronto estás frente a la tele viendo tu juguete más deseado cuando niño en el canal 5, con calor y hambre, llegando de la escuela. Avanzas un poco más y retrocedes más lejos en el tiempo, cuando tu abuela o tu mamá jugaban con juguetes, piensas en cómo se divertían, en lo que imaginaban.
Así, caminar entre las distintas colecciones de juguetes del MUJAM es también explorar la historia de la Ciudad de México a través de tesoros que te regresan la sensación fantástica de tener un juguete especial entre tus manos.
Este es un paseo que conviene hacer solo y ensimismado o con alguien de confianza si le temes a los rincones oscuros desde los que te observan quietos ojos de vidrio.